La histórica votación en la ONU de 1947 aprobó dividir Palestina en dos estados, una solución que vuelve a estar sobre la mesa
Hace 70 años, 600.000 habitantes judíos de Palestina –que entonces pertenecía al mandato británico– siguieron en los transistores la votación de la resolución 181 de la ONU del 29 de noviembre de 1947, que decidiría el destino del Estado hebreo. En la histórica sesión, dirigida por el brasileño Oswaldo Aranha, los países votaron uno a uno: “Afganistán, no; Argentina, abstención; Australia, sí; Bolivia, sí; Brasil, sí; Bielorrusia, sí; Egipto, no (…); Gran Bretaña, abstención; Unión Soviética, sí”. Aranha preguntó a los representantes árabes si tenían alguna propuesta de compromiso, y dijo que de no ser así, no veía ningún motivo para no empezar la votación de la propuesta de partición de la colonia británica en dos estados. El mundo árabe rechazó frontalmente el plan, en lo que el propio líder palestino actual, el presidente Mahmud Abas, definió ante La Vanguardia como “un grave error”. Cuando Aranha leyó los resultados –33 votos a favor, 13 en contra y 10 abstenciones–, en los alrededores de la sede de la ONU en Nueva York y en lo que medio año después sería el Estado de Israel, se produjo una explosión de júbilo, con miles de personas bailando danzas tradicionales día y noche. La prensa hebrea de entonces describió Tel Aviv como “una ciudad embriagada por la victoria, con una alegría que no transmitía el pueblo judío desde hacía varias generaciones”.
“Entonces mendigábamos votos, hoy tenemos relaciones con 160 países”, dice el embajador ante la ONU
Eitan Haber, antiguo asesor del primer ministro Yitzhak Rabin –que era un niño en Tel Aviv en aquella histórica fecha–, afirma que recuerda esos momentos con todo detalle: cómo la gente por las calles gritaba “Aliá (inmigración) libre (sin limitaciones británicas), Estado hebreo”. Pero Haber dice también que al día siguiente la alegría se desvaneció repentinamente cuando un autobús de línea fue atacado en Petah Tikva y todos sus pasajeros fueron asesinados, entre ellos una amiga cercana de la familia. “Hoy, 70 años después, podemos decir que Israel es una historia de éxito que muy pocos han vivido en las últimas generaciones. Según Haber, que en 1995 anunció el asesinato de Rabin –el general de la paz– a manos de un radical judío, el fundador de Israel, David Ben Gurion, dijo “sí” inmediatamente al plan de partición, mientras que el mundo árabe continuó soñando que doblegaría a Israel y contestó con un “no” rotundo.
El martes, en el museo de Queens de Nueva York, tuvo lugar una reproducción del acto de 1947. El vicepresidente de Estados Unidos, Mike Pence, declaró que “los días en los que la ONU golpeaba a Israel han llegado a su fin”. El presidente del Congreso Mundial Judío, Ronald Lauder, manifestó que “Israel nunca rechazó el derecho de los palestinos a su propia soberanía. Soñamos con que los dos pueblos vivan juntos en paz. La solución de los dos estados es totalmente posible”. El embajador de Israel en la ONU, Danny Danon, dijo que “hace 70 años el pueblo judío mendigaba para conseguir un mínimo de votos, pero hoy Israel es una potencia regional que mantiene relaciones diplomáticas con 160 países”. Y añadió: “Hoy mantenemos relaciones discretas con una docena de países árabes e islámicos que aún no pueden salir a la luz, pero espero que eso pueda ocurrir próximamente”.
Los embajadores de todos los países que votaron a favor estaban presentes, con la excepción de Venezuela y Bolivia, que rompieron sus relaciones con Israel. Por otra parte, India, Grecia, Egipto y Turquía, que entonces votaron negativamente, acudieron a la reproducción del acto.
El laborista David Ben Gurion fue criticado entonces por sectores de la derecha nacionalista israelí, que le atacaron por aceptar un territorio muy pequeño para una población compuesta entonces por numerosos refugiados judíos que sobrevivieron al Holocausto. Poco después de la aprobación del plan de partición, Ben Gurion les replicó: “A estas alturas un judío no se puede permitir ni un optimismo exagerado ni caer en la desesperación”. Y añadió más tarde: “El Estado judío significa seguridad judía. Si hay algo que les falta a los judíos del mundo entero, es precisamente seguridad. Tenemos un ideal de vida judía y humana que son complementarios. Por lo cual nos merecemos vivir en un Estado judío que se dirija según nuestra forma de ver el mundo y nuestros objetivos”.
Fuente: LaVanguardia