Naciones de todo el mundo han condenado a Estados Unidos por reconocer a Jerusalén como capital de Israel, diciendo que la medida reciente del Presidente Trump es un obstáculo para un acuerdo de paz israelí-palestina. Pero el obstáculo real para la paz es el rechazo obstinado de los líderes palestinos a aceptar la realidad de Israel como un estado judío permanente en la patria histórica del pueblo judío.
Por Mitchell Bard
Este rechazo a aceptar la realidad puede ser nombrado Síndrome de Trastorno Palestino. En tanto los líderes palestinos continúen adoptándolo, no aceptarán un acuerdo de paz justo y realista aceptable para cualquier gobierno israelí. Y como resultado, los palestinos comunes sufrirán.
Cada vez que Estados Unidos hace demandas a los palestinos –terminar con el terrorismo, dejar de pagar a los terroristas en cárceles israelíes, terminar los esfuerzos por eludir las negociaciones buscando reconocimiento en la ONU de un estado palestino– los delirantes líderes palestinos amenazan con dejar de hablarle a los funcionarios estadounidenses.
Los palestinos lo volvieron a hacer cuando anunciaron que el Presidente Mahmoud Abbas no mantendría una reunión agendada con el Vicepresidente Mike Pence después que el Presidente Trump anunció el reconocimiento estadounidense de Jerusalem como capital de Israel.
La mayoría de los palestinos son buena gente que quisiera tener vidas normales -ir a trabajar, educar a sus hijos, vivir en paz. Sin duda serían felices si Israel desapareciera mañana, pero se han hecho a la idea de vivir con los israelíes.
Así que si dependiera de ellos, la mayoría de los palestinos probablemente aceptaría un plan de compromiso de paz con Israel. Pero lamentablemente, la Autoridad Palestina es una dictadura dirigida por Abbas sin apoyo público y con poca consideración por su pueblo.
Un sondeo reciente en la Margen Occidental y Gaza –conducido por un instituto palestino independiente– encontró que 67% de los palestinos quieren que renuncie Abbas.
Es cierto que el pueblo palestino sufre privaciones debido a las políticas y acciones de Israel –pero estos problemas son auto-infligidos, porque algunos palestinos participan en actos de terrorismo que provocan contramedidas israelíes, necesarias para proteger la seguridad de su gente. De la misma forma, Estados Unidos y muchas otras naciones han aumentado la seguridad después de ataques terroristas.
Mientras, Abbas ha impedido que se celebren elecciones durante una década y niega a su pueblo la mayoría de los derechos civiles y políticos. Los palestinos carecen de libertad de culto, libertad de prensa, libertad de reunión, derechos femeninos y derechos homosexuales. Los árabes en Israel tienen muchos más derechos y libertades que los árabes que viven en la Margen Occidental y Gaza.
Tristemente, a nadie le importa. La comunidad internacional, la ONU, los grupos de derechos humanos y activistas pro-palestinos callan en lo que se refiere a los abusos palestinos infligidos contra su propio pueblo. A ellos sólo les importan los palestinos si se puede culpar a Israel de algún presunto abuso.
El Presidente Obama tenía simpatía por la causa palestina. Pero Abbas ignoró las súplicas del gobierno de Obama para que no fuera a la ONU con quejas palestinas. Y Abbas se negó a negociar con Israel con base en iniciativas de la administración Obama. Los palestinos también continúan haciendo demandas a Israel como si fueran la fuerza dominante en la relación. Se engañan cuando actúan como si Israel tuviera alguna razón para aceptar demandas tan irreales.
En realidad, los palestinos no tienen más opción que hacer concesiones o vivir bajo las condiciones actuales. Los israelíes no quieren mantener el status quo, pero pueden hacerlo si los palestinos no le dejan más opción.
La creencia de que la comunidad internacional obligará a Israel a rendirse ante las demandas palestinas es la última manifestación del Síndrome de Trastorno Palestino. Durante décadas, los palestinos han albergado la ilusión de que a los estados árabes les importaba su causa y echarían a los judíos al mar en su nombre. Pero en verdad, los líderes árabes estaban interesados en dividirse las tierras que reclamaban los palestinos, y durante muchos años quisieron destruir a Israel.
Afortunadamente, los ejércitos árabes fueron incapaces de destruir a Israel en la batalla, aunque lo intentaron repetidamente, atacando al estado judío en guerra tras guerra. Hoy, los estados árabes se acercan cada vez más a Israel, a medida que reconocen que su enemigo mutuo es Irán y concluyen que la cuestión palestina es irrelevante para sus intereses nacionales.
Como resultado, luego del anuncio del Presidente Trump en que aceptó la realidad de que Jerusalén es la capital de Israel, los líderes árabes hicieron declaraciones superficiales, condenando la decisión, pero no hicieron nada. Los musulmanes de todo el mundo no respondieron al llamado de Abbas de tres días de furia. De hecho, pocos palestinos prestaron atención.
Los palestinos recurrieron al terrorismo hace muchos años, con la creencia delirante de que podrían expulsar a los judíos de su patria. Pero los secuestros, ataques suicidas, intifadas y ataques en curso no han tenido ni tendrán éxito en mejorar la difícil situación de los palestinos. La violencia sólo ha empeorado las cosas para ellos.
El público israelí entero cambió hacia la derecha después de la evacuación israelí de Gaza –dando el control a los palestinos– porque los palestinos destruyeron la fórmula paz-por-tierra bombardeando a Israel con cohetes. La mayoría de los israelíes ahora demanda garantías de seguridad concretas antes de retirarse de otra pulgada de tierra disputada. Cualquier nación en el mundo exigiría tales garantías.
Tal vez el aspecto más peligroso del Síndrome de Trastorno Palestino es que los palestinos se han convencido de que no tienen que llegar a un acuerdo con Israel, porque el tiempo está de su lado.
La tasa de fertilidad de los judíos es ahora más elevada que la de los palestinos; no obstante, algunos palestinos creen que finalmente superarán en número a los judíos israelíes y en cierta forma se tragarán a Israel.
Alternativamente, algunos palestinos esperan que uno o más países en la región obtengan armas nucleares y destruyan a Israel. Los iraníes son los que más probablemente obtengan una bomba, pero si alguna vez se vuelve realidad la pesadilla de un ataque nuclear exitoso contra Israel, no hay duda de que morirían muchos palestinos, tantos como judíos israelíes.
La mejor esperanza para una cura del Síndrome de Trastorno Palestino es un cambio en el liderazgo palestino. Abbas representa al último de la vieja guardia, la cual psicológicamente no puede renunciar al sueño de liberar toda la “Palestina ocupada” –lo que quiere decir todo Israel, no sólo las tierras que capturó Israel después de que fue atacada por ejércitos árabes en la Guerra de los Seis Días en 1967.
Si los palestinos quieren lograr la independencia, tendrán que tener líderes electos comprometidos con terminar su sufrimiento y con terminar el Síndrome de Trastorno Palestino. Esto requerirá:
· Proveer derechos civiles básicos a los palestinos bajo su autoridad.
· Entrar en negociaciones cara a cara con Israel con expectativas realistas.
· Demostrar que están dispuestos a vivir en paz al lado del estado judío.
· Reconocer que la línea de armisticio de 1949 que estableció la frontera del reciente estado independiente de Israel después que éste derrotó a los ejércitos árabes invasores no será la frontera en el futuro.
· Aceptar que Israel nunca renunciará a su antigua capital de Jerusalén.
· Entender que Israel no aceptará el sueño palestino de un “derecho al retorno” para más que una fracción de los refugiados palestinos que huyeron de Israel en la década de 1940 y sus descendientes nacidos en otras partes en los últimos 70 años.
· Aceptar que Israel nunca se retirará de los principales bloques de asentamientos en la Margen Occidental.
· Renunciar a la idea que Israel puede ser presionada a aceptar sus demandas por medio de terceras partes a través de boicots, resoluciones de la ONU o cualquier otra amenaza.
Terminar el Síndrome de Trastorno Palestino no será fácil. Los delirios del síndrome son más antiguos que la mayoría de los palestinos vivos hoy, les fueron enseñadas desde la niñez. Pero en algún momento, los palestinos tendrán que aceptar la realidad si desean verdaderamente alcanzar un acuerdo de paz mutuamente beneficioso con Israel.
-El Dr. Mitchell Bard es director ejecutivo de la American-Israeli Cooperative Enterprise y autor/editor de 24 libros incluidos El lobby árabe y la novela Después de Anatevka: Tevye en Palestina.
Fuente: EnlaceJudio