Se espera que aterrice el próximo 11 de abril. Convertirá a Israel en el cuarto país en hacerlo. El módulo lunar más pequeño y el primero financiado enteramente por donaciones privadas se debe al sueño de tres emprendedores.
Una idea lanzada hace nueve años por tres jóvenes soñadores en un bar de la pequeña localidad israelí de Holón llega al espacio con el primer módulo lunar en la historia de Israel. Su ambicioso reto emprendedor se convierte en la primera misión privada a la Luna.
A las 3.45 de esta mañana, la sonda espacial Bereshit (Génesis en hebreo) partió con éxito de Cabo Cañaveral (Florida) con el objetivo de llegar a la Luna el próximo 11 de abril. De esta forma Israel, con apenas 9 millones de habitantes, se sumaría al grupo formado por las tres superpotencias Rusia, Estados Unidos y China. India podría ser el quinto país con el lanzamiento de su sonda Chandrayaan-2 previsto en el mes de abril.
El ingreso israelí en el exclusivo club coincide con el 50 aniversario de la llegada del hombre a la Luna. Y la noche elegida no solo es espacial sino especial al ser la misma en la que una sonda japonesa disparó un proyectil de un metal para impactar a 300 metros por segundo sobre la superficie del asteroide Ryugu. La agencia espacial de Japón ha anunciado que Hayabusa 2 aterrizó con éxito. El objetivo, estudiar la roca y analizar las partículas desprendidas del suelo y recogidas por el aparato japonés.
«Bereshit es la nave más pequeña que aterrizará en la Luna. Israel se convierte en pionera mundial en el lanzamiento de una nave financiada de forma completa por donaciones privadas», afirma Yoav Landsman, destacado ingeniero de SpaceIL la empresa que ha dado luz a la criatura Bereshit.
La misión no tripulada partió impulsada por el misil «Falcón 9» (empresa SpaceX) en un evento retransmitido en directo por todos los medios israelíes. Tras 33 tensos minutos y para el alivio de los ingenieros de Space IL, la nave se separó del cohete en busca de su destino bajo la atenta y tensa supervisión de Cabo Cañaveral y de la sala de mandos de la Industria Aeroespacial de Israel (IAI) situada en Yehud a la que acudió el primer ministro Benjamin Netanyahu. «Lo que hemos visto es algo que sólo se podía soñar. Un país pequeño con logros e innovaciones gigantes», afirmó Netanyahu que habló de la «Jutzpa» en alusión al conocido concepto israelí que mezcla de audacia y atrevimiento.
Cobi, uno de los ingenieros de SpaceIL, sabe que aún es pronto para la celebración. «De momento, todo bien. No hay que sacar el champán pero quizá si podemos sonreír un poco ya que la fase de la separación del misil ha sido completada con éxito. Ahora debemos seguir el movimiento de la nave espacial y comprobar que todo vaya bien», declaró sin ocultar su emoción.
Algunos datos del aparato más pequeño y barato en comparación con el resto de vehículos diseñados por Estados: 585 kilogramos (incluyendo el combustible), un metro y medio de altura, dos metros de diámetro, una velocidad de 36.000 km por hora y 100 millones de dólares de coste.
En las próximas siete semanas, Bereshit orbitará por la Tierra recorriendo un total de 6,5 millones de kilómetros. Se considera la distancia más larga jamás recorrida a la Luna, situada a más de 380.000 kilómetros de nuestro planeta.
El módulo está dotado con el equipamiento necesario para medir el campo magnético lunar y recoger datos que permitirán comprender mejor la formación de la Luna. Sus datos serán compartidos con la NASA que asistió a la sonda con un retro-reflector.
Dotado con cámaras y sensores especiales, Bereshit lleva una cápsula del tiempo c que contiene documentos referidos a la Humanidad y a Israel como por ejemplo la declaración de Independencia de 1948, la bandera y sonido del himno nacional. El «miniequipaje» tmabién incluye una biblia recogida en un pequeño círculo del tamaño de una moneda gracias a la nanotecnología, referencias a inventos, innovaciones israelíes, dibujos y cuentos de niños que participaron en el proyecto y testimonios de un superviviente del Holocausto. El módulo lleva también enciclopedias y diccionarios en 27 idiomas. Y por si acaso, un pequeño libro con rezos.
El origen de Génesis en un bar….
La Luna seguiría siendo inalcanzable para Israel sino fuera por un encuentro de amigos en un pub de un suburbio sureño de Tel Aviv en el 2010. Con música y alcohol como fondo in crescendo, los ingenieros Yariv Bash, Kfir Damari y Yonatan Winetraub se animaron con el desafío de ir a nuestro satélite. «Kfir, Yariv y yo estábamos en el bar en Holón y nos preguntamos: ‘¿Por qué no ir a la Luna?», recuerda Winetraub desde Estados Unidos.
Esa noche no estaban borrachos sino ilusionados con la ambiciosa idea. Ahí decidieron participar en la competición de Google de una misión privada a la Luna. Dado que ningún equipo en el mundo logró cumplir los plazos, el concurso Google Lunar XPRIZE fue anulado. No así su sueño.
A bordo de su empresa SpaceIL que crearon sin ánimo de lucro, los tres israelíes iniciaron una misión que parecía imposible. No para ellos ni para el emprendedor y filántropo judío Morris Khan que creyó en la idea. De su bolsillo salieron alrededor de 40 millones de dólares para que la sonda israelí aterrice en la Luna. La Fundación de Sheldon y Miriam Adelson y Sylvan Adams también han donado a una misión que cuenta con el apoyo de las industrias aeronáuticas y centros académicos del país como el Instituto Weizmann.
«Es increíble que nosotros que somos tan pequeños pudimos reclutar a todo el país a ser parte del sueño con donaciones y ayudas de todo tipo. Incluso la NASA nos ayudó«, comenta Bash que ni en sus delirios más optimistas contemplaba la posibilidad de ver su nave en órbita. Tras supervisar esta madrugada el proceso de separación de la sonda del «Falcón 9», añadía: «El momento del aterrizaje en la Luna será más tenso que ahora».
«Estamos entrando en la historia y nos sentimos orgullosos de pertenecer a un grupo que ha soñado y cumplido con la visión compartida por muchos países del mundo, pero que hasta ahora solo tres de ellos han logrado», dijo Kahn que, como presidente de SpaceIL, añade: «Es un regalo al pueblo de Israel y muestra del espíritu israelí de la tecnología y la audacia».
Más allá de la exhibición de las cualidades tecnológicas, el espíritu emprendedor y el encuentro productivo entre la inversión privada y el conocimiento científico -cimientos del llamado Startup Nation-los ingenieros israelíes esperan que Bereshit sirva como fuente de inspiración a las nuevas generaciones para que estudien disciplinas como Ciencia, Ingeniería, Tecnología y Matemáticas. Siempre que pueden, los padres de Bereshit destacan que la misión tiene «básicamente fines educativos». Para muchos escolares israelíes que desde hace días siguen el proceso y envian mensajes de ánimo en las redes sociales, Bereshit ya no es sólo el primer libro de la Torá. «Necesitamos ingenieros», nos decían hace unas semanas desde el ministerio de Ciencia, Tecnología y Espacio.
«Ojalá el efecto Bereshit en Israel sea similar al que provocó Apolo en Estados Unidos», concluyó Kahn poco antes de presenciar una misión histórica 50 años después de que el hombre hiciera acto de presencia en la Luna.
Fuente: ElMundo.es
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