¿Y si la familia Madrigal en verdad descendiera de judíos sefaradíes?
Por Emily Paster
A menos que durante los últimos seis meses hayas vivido debajo de una roca, probablemente escuchaste habar de la popular película de Disney del 2021, Encanto, que relata la historia de la mágica familia Madrigal que vive en un pueblo aislado en las montañas de Colombia. Si tienes un hijo pequeño, probablemente has visto Encanto más veces de las que puedes contar, y su canción «No se habla de Bruno» suena sin cesar en tu cabeza.
Encanto recibió muchos elogios por sus canciones irresistibles (nada menos que de Lin-Manual Miranda), la bella animación, la trama conmovedora, y una descripción fiel y minuciosamente investigada de la cultura colombiana. Encanto, la primera pelíicula de Disney con un elenco completamente latino, «Hace un trabajo dolorosamente hermoso al retratar la experiencia intergeneracional de la familia latina», escribió Pamela Avila en «USA Today».
En la película, la matriarca de la familia, la abuela Alma, es obligada a abandonar su hogar a causa de la violencia y construir una nueva vida para sus hijos después de la tragedia. Confiando en sus poderes mágicos que los vuelve indispensables para sus vecinos, la familia Madrigal se convierte en un pilar de la comunidad. Las generaciones siguientes sienten una intensa presión de vivir a la altura de las expectativas muchas veces no realistas de la abuela. Y no pierdan este detalle: la fuente de la magia de los Madrigal es una vela que milagrosamente ardió durante décadas. Basados en estos elementos, algunos consideran que Encanto no sólo refleja las experiencias de las familias latinas, sino también de las familias judías.
Huir de la violencia, tener que construir una vida en otro lugar, y el peso del trauma multigeneracional son temas conocidos para muchas familias judías, particularmente aquellas que descienden de sobrevivientes del Holocausto. Al escribir para «Kveller», Lior Zaltzman señaló que «si bien no se trata específicamente del Holocausto, ‘Encanto’ sin duda es una película sobre el trauma generacional y la forma en que el dolor se filtra de generación en generación; así como muchas de las dinámicas profundamente conocidas e inquietantes para alguien que tiene familiares que sobrevivieron un genocidio».
Viola Levy, en «The Jewish Chronicle», también estableció una conexión entre la experiencia de la familia Madrigal y la de muchas familias judías:
«Muchos de los temas [de Encanto] hacen eco en aquellos que crecimos en una familia culturalmente unida, ya sea colombiana o judía… Estas familias tienen muchos componentes universales y ‘Encanto’ los aborda a todos. El pariente alejado del que nadie habla. La hija mayor de quien se espera que lleve todo el peso de la familia (*levanta la mano*), las generaciones más jóvenes de quienes se espera que tengan súper logros para compensar todo lo que pasaron sus abuelos».
Y, por supuesto, velas que arden mucho más allá de lo esperado y que son el eje de la historia de Janucá.
Algunos llegaron incluso a especular que la familia representada en Encanto puede ser descendiente de judíos sefaradíes, basado en su apellido, Madrigal, que se asocia con los judíos de España y Portugal. Por supuesto que esto es pura especulación, pero los estudios demostraron que por lo menos la cuarta parte de los habitantes de América Latina pueden ser descendientes de conversos, o judíos sefaradíes que fueron obligados a convertirse al catolicismo por la Inquisición española. Muchos conversos emigraron al Nuevo Mundo para escapar de la persecución que existía en la península ibérica. De hecho, aproximadamente 26.000 colombianos aplicaron para recibir ciudadanía española argumentando que son descendientes de judíos sefaradíes que fueron expulsados de España durante la Inquisición.
La existencia de estos temas significativamente judíos en Encanto me llevó a pensar sobre la historia de los judíos en Colombia. ¿Y si la familia Madrigal en verdad descendiera de judíos sefaradíes? ¿Acaso eso respondería a los hechos históricos? ¿Cuántos judíos viven hoy en Colombia? Y, lo más importante: ¿qué es lo que comen?
Los judíos han estado en Colombia durante siglos. Los primeros judíos en Colombia de hecho fueron conversos quienes a pesar de haberse convertido externamente al catolicismo, en el Nuevo Mundo continuaron manteniendo su fe original en secreto. Trágicamente, muchos miembros de esa comunidad fueron expuestos como judíos y asesinados en 1636, cuando la inquisición llegó a las colonias españolas. A finales del siglo XVIII llegaron a Colombia más judíos de Jamaica y Curazao, que en ese entonces estaban respectivamente bajo dominio de Inglaterra y Holanda, y donde les permitían a los judíos vivir de forma abierta su fe. Estos judíos recién llegados comenzaron a practicar abiertamente su fe a pesar de que en ese entonces eso estaba prohibido.
Cuando Colombia se independizó de España a comienzos del siglo XIX, finalmente fue legal practicar el judaísmo. Desde entonces, hubo múltiples olas de emigración judía al país. Hubo una ola de judíos sefaradíes de Turquía, Grecia, Siria y del Norte de África que huyeron a Colombia tras la Primera Guerra Mundial. Y cuando la persecución a los judíos ashekazíes se incrementó en Europa en las décadas de 1920 y 1930, algunos judíos huyeron a países de América Latina, incluyendo a Colombia, porque allí estaban más dispuestos a recibir inmigrantes judíos que en los Estados Unidos. De hecho, en los años 30, huyeron a Colombia unos 7.000 judíos alemanes, y la población judía siguió creciendo durante las décadas del 50 y del 60.
Son embargo, Colombia experimentó inestabilidad económica, violencia y crimen en las últimas décadas del siglo XX, lo que provocó que muchos judíos partieran hacia otros países de América Latina, a Israel y a los Estados Unidos, especialmente a Miami. Hoy en día quedan en Colombia alrededor de 5.000 judíos, la mayoría de ellos concentrados en la capital de Bogotá y en otras ciudades como Barranquilla, que cuenta con la congregación judía más antigua de Colombia. Pero la pequeña comunidad comenzó a crecer nuevamente. La situación de Colombia comenzó a mejorar y algunos judíos regresaron. La comunidad también dio la bienvenida a los judíos que huyeron del país vecino, Venezuela.
Como muchas comunidades judías de la diáspora, los judíos de Colombia desarrollaron su propia cocina combinando los alimentos tradicionales que trajeron con ellos de sus países de origen (tanto ashkenazim como sefaradim), con los ingredientes y los sabores que encontraron en su nuevo hogar. Las familias judías de Colombia también crearon sus propias versiones de los platos locales que normalmente se preparaban con cerdo, por ejemplo, los pasteles, un plato similar al tamal que consiste de harina de maíz rellena con diversos alimentos y envuelto en una hoja de banana. Mientras que las familias colombianas rellenan sus pasteles con cerdo, las familias judías de Colombia usan pollo.
La madre de la escritora Merav Levkowitz que vive en Tel Aviv, creció en Colombia como parte de la comunidad judía y sus abuelos nonagenarios aun viven allí. De acuerdo con Levkowitz, cuando su madre creció en Colombia, su abuela preparaba tanto platos tradicionales ashkenazíes como guefilte fish y bolitas de matzá, como alimentos colombianos, como arepas. Su abuela también incorporó ingredientes colombianos a los platos judíos, por ejemplo preparaba Mandelbrot con pasta de guayaba y endulzaba el cholent tradicional con un toque de panela, que es una clase de azúcar de caña no refinada muy apreciada en Colombia.
En un momento, la familia Levkowitz tuvo una fábrica que preparaba harina de maíz para preparar arepas, una torta de harina de maíz que se encuentra entre los alimentos más icónicos de Colombia. Naturalmente, las arepas aparecen también en Encanto: en un momento, Julieta, la madre de Mirabel, el personaje principal, quien curaba mágicamente a la gente con su comida (algo que suena muy judío si lo pensamos), cura un corte que Mirabel tiene en la mano con una arepa de queso. Levkowitz explica que los judíos en Colombia adoptaron rápidamente esta delicia local: «Las arepas son un alimento muy común para Pésaj entre los judíos de Colombia», explicó Levkowitz.
Débora Benaim, una chef judía que nació en Venezuela, la puerta vecina a Colombia, donde las arepas también son un alimento básico, está de acuerdo respecto a que las arepas son un alimento popular de Pésaj entre los judíos de Sudamérica. Al igual que Levkowitz, Benaim describe que su familia cocinada con una singular y sabrosa combinación de la cocina tradicional judía con los ingredientes latinos. «Para Shabat podíamos comer adafina, que es similar al jamim o al cholent. En la misma mesa uno podía ver una ensalada con productos tropicales, como aguacates (palta), palmitos o plátanos».
Durante casi 100 años, los cocineros judíos colombianos, como la abuela de Merav Levkowitz, combinaron la repostería ashkenazí que conocían de Europa (como el Mandelbrot y los hamantashen) con los nuevos ingredientes que conocieron en Colombia.
Una de mis recetas ashkenazíes favoritas es el babka, y hacer babka con sabores del Nuevo Mundo últimamente se puso de moda. Así que decidí crear una receta de babka con un relleno inspirado en los sabores e ingredientes de la cocina colombiana. El primer relleno combina pasta de guayaba y queso crema endulzado, dando un sabor tropical a una masa de levadura clásica de la cocina ashkenazí. El segundo relleno es con dulce de leche (conocido en Colombia como arequipe), y coco rallado. Yo considero que estos rellenos para el babka son tan buenos como el de chocolate… ¡o mejores! Quizás incluso la abuela Alma los aprobaría.
Fuente: AishLatino
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