“Esta es la historia del primer entrenador extranjero en dirigir en el fútbol argentino, pero principalmente, es la historia de un judío exiliado que ayudó a cientos de sus hermanos judíos perseguidos, que huían de Europa sin visas, a refugiarse en Sudamérica”.
Por Eli Suli
El 1 de septiembre 1939, con la invasión del ejército alemán a Polonia, comenzó la Segunda Guerra Mundial, y con ella la deportación de tres millones de judíos a los guetos, y posteriormente a los campos de concentración y de exterminio.
Mientras, en 1938, en Argentina, se había dictado una orden en secreto que, denegaba las visas a los judíos que huían de Europa. El decreto decía así: “Por orden especial de la Cancillería Argentina, los cónsules argentinos en los países europeos deberán negar las visas a toda persona que se considere que ha abandonado su país de origen como indeseable o expulsado, o cualquiera que sea el motivo de su expulsión”.
Este decreto, aunque sin nombrarlos, se refería a los judíos, y contradecía el acuerdo que representantes argentinos habían firmado en la llamada Conferencia de Evian, ante las políticas discriminatorias del Tercer Reich.
Sin embargo, las organizaciones judías en Argentina encontraron una solución: aprovechar la pasión de los argentinos por el fútbol, para hacer bajar de los barcos a esos “indeseables”, así como los llamaba la orden dictada en secreto.
Emérico Hirschl salvó vidas a través del fútbol
Y es aquí donde entra la figura y el carisma de Imbre “Emérico” Hirschl. Su verdadero nombre era Imre Hirschl, pero cuando llego a América, lo registraron como Emérico Hirschl. Había nacido en 1900, en un pueblo llamado Apostag, cerca de Budapest.
Su pasión era jugar al futbol. En 1925, se había consagrado campeón en la liga austríaca, con un equipo con todos jugadores judíos. Luego, a partir del creciente antisemitismo en aquel país, y las duras condiciones económicas, decidió emigrar a Sudamérica buscando un mejor futuro.
Con ese fin, se había ido de Europa con un equipo de fútbol que, comenzó su gira por Estados Unidos y Sudamérica, hasta llegar a Argentina, donde se quedó a vivir. Tiempo después, en Argentina, comenzó a dirigir al equipo de futbol Gimnasia y Esgrima de La Plata, bautizado entonces como “el Expreso”, por su imparable marcha, que se comparaba a un tren que no podían detener, y por lo que, a su entrenador, Emérico Hirschl, lo apodaron como “El Mago”.
Más adelante, también dirigió a diversos equipos de futbol, tanto en Argentina, como en Uruguay y Brasil. Pero en 1935, Emérico Hirschl paso a ser el director técnico de uno de los equipos de futbol más famoso de Argentina, el River Plate, donde se consagró, por haberlo sacado campeón en seis oportunidades. Dirigiendo al River Plate, llego a lo más alto de su fama.
Emérico Hirschl, salvand vidas a través del fútbol
Entre sus logros más importantes en el fútbol, se encuentra el hecho de haber encontrado y haber hecho debutar a varios ídolos de ese equipo, como Renato Cesarini, Carlos Peucelle, Bernabé Ferreira, José María Moreno, y Adolfo Pedernera, que luego se transformaron en la delantera más famosa del fútbol argentino, a la que le apodaban “La Máquina”.
Debido a sus éxitos, Emérico incluso fue llamado a dirigir a la selección argentina para el mundial de 1938, pero finalmente no asumió, porque Argentina decidió no participar en dicho torneo.
Sin embargo, su logro más importante no se desarrolló en el fútbol, sino en otra actividad que el realizaba en secreto.
Junto con las organizaciones judías, tenían la información precisa de los barcos en el que llegaban judíos sin visas, escapando del antisemitismo europeo y de la persecución nazi.
Por lo tanto, con la información de la llegada de los barcos al puerto, y en una actividad secreta y fuera de la ley, Imbre “Emerico’ Hirschl se presentaba en las oficinas de migración ante los empleados portuarios, cuando los barcos arribaban al puerto de Buenos Aires, y utilizando su fama y su influencia como el famoso entrenador del River Plate, lograba hacerse con las bitácoras de los barcos, para así identificar a los refugiados judíos que llegaban, y de esa manera hacerlos descender de los barcos.
Para distraer al personal de migración, Emerico les hablaba de lo que más les gustaba; de fútbol.
Y mientras todo el personal de aduanas se le acercaba para pedirle su autógrafo y charlar de fútbol, iban pasando los judíos que tenían prohibido el ingreso al país, sin que los trabajadores de migración se dieran cuenta.
En marzo de 1939, en uno de los tantos buques que llegaron con los refugiados judíos, y luego de que se les prohibiera el desembarco en Uruguay a 25 judíos, arribó al puerto de Buenos Aires una mujer judía de nombre Heddy Steimber, quien posteriormente se convirtiera en su esposa, y con quien tuvo dos hijos.
Él siempre contaba que, cuando la vio bajando del barco, se enamoró a primera vista. Además, Emérico junto a un grupo de personas, crearon una organización que, se dedicaba a ayudar a los cientos de refugiados judíos que hizo entrar al país.
Según datos del Museo del Holocausto, 51.747 judíos europeos llegaron a Argentina, Brasil y Uruguay, huyendo del antisemitismo europeo, y del nazismo.
Sin embargo, nadie sabía a qué se dedicaba Emérico además del futbol, ya que lo hacía discretamente, sin que nadie se enterara.
Hirschl fue un hombre del fútbol, que no solo se quedó con la fama en los noventa minutos, sino que miró hacia sus semejantes arriesgando toda su fama, e incluso su propia vida, utilizando el fútbol como herramienta para salvar a cientos de vidas judías.
Algún tiempo después, sus acciones salieron a la luz.
En una ocasión lo entrevistaron y le preguntaron por qué arriesgó su fama y su vida haciendo eso. Imbre les contesto:
“Salvar a mis hermanos judíos de ser enviados de regreso hacia los campos de exterminio, fue para mí la mejor Mitzvá que pude hacer en mi vida”.
Imbre “Emerico” Hirschl, falleció el 23 de septiembre de 1973, a los 73 años.
Fuente: EnlaceJudio
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