Planificar un viaje es el escenario posible donde voy sentando las bases –expectativas, curiosidades, anhelos- de lo que finalmente constituirá el descubrimiento de un nuevo camino. Así, al recrear las emociones que quedaron grabadas en mi memoria, concluyo cada uno de mis paseos mirando el firmamento, agradeciendo la oportunidad de haber conocido un nuevo destino y llevar de la mano al lector por los mismos caminos que he recorrido bajo los cielos del mundo. Por Irene Corvera
Al llegar a Jerusalén, con la tarde libre por delante, decidimos aprovechar cada momento y explorar un lugar que nos habían recomendado: Old Jaffa, distante apenas unos pocos kilómetros de la ciudad.
Dejamos nuestras valijas en el hotel y nos fuimos a la terminal de autobuses para abordar el primero que nos llevara hasta ese destino costero. Finalmente, optamos por tomar un tranvía que nos acercara a la parada y, durante el trayecto, nos sorprendió la notable diversidad de personas que compartían este medio de transporte: árabes, judíos ortodoxos, vecinos y turistas, además de la presencia constante de personal militar armado que velaba por la seguridad, en ese trasiego de la rutina cotidiana.
Tranvía dentro de Jerusalén.
Al llegar a Jaffa, buscamos una oficina turística donde nos brindaron información sobre qué debíamos recorrer y nos pusieron al tanto de que, a tan solo unos minutos de la Torre del Reloj otomana, se iniciaba una visita guiada por Old Jaffa.
El lugar de partida no fue elegido al azar. La torre es considerada un punto de referencia para los turistas, ya que marca un límite de distrito: al sur está Jaffa y al norte, Tel Aviv.
Rápidamente nos unimos a la visita, que estaba organizada por el propio ayuntamiento. Durante todo el recorrido nos acompañó un guía que, en inglés, nos brindó interesantes explicaciones sobre los lugares que iban apareciendo a nuestro alrededor. Fue el comienzo perfecto para sumergirnos en la rica historia, el arte y la cultura de esta antigua ciudad portuaria ubicada en el corazón de Israel.
Comenzó contándonos que el puerto de Jaffa, con su peligrosa costa repleta de rocas, es considerado el más antiguo del mundo y que su supervivencia a lo largo de los años se debe a su ubicación estratégica para el comercio de mercaderías hacia Jerusalén. Una puerta de entrada a Tierra Santa que ha sido utilizada por comerciantes y viajeros desde la época de los antiguos egipcios.
Actualmente, el puerto está dedicado exclusivamente al turismo y su paseo se encuentra delimitado por una fila de casas de piedra que fueron sus antiguos almacenes y muelles, los cuales han sido renovados y convertidos en sitios turísticos como restaurantes y tiendas pintorescas.
Pudimos disfrutar del paseo junto al mar explorando las callejuelas adoquinadas mientras nos sumergíamos en su rica historia y encanto. Se trata de un lugar repleto de bares, vida nocturna, cultura local y acogedores cafés instalados en pequeños rincones, donde nos deleitamos con la oferta gastronómica.
Y así, caminando en grupo bajo un tibio sol, llegamos a uno de los edificios del puerto donde se encuentran las famosas escaleras de piedra que conducen al corazón de Jaffa. En su entrada se lee la inscripción “Bienvenidos a la Antigua Jaffa” en varios idiomas y se utiliza como una forma de dar la bienvenida a los visitantes. La frase “Old Jaffa” hace referencia a esta ciudad de Israel como lugar histórico y cultural.
La visita guiada se centró en la parte vieja dentro del recinto amurallado, concentrada frente al puerto sobre una colina, la cual era un sitio estratégico para divisar posibles ataques desde el mar.
Durante el paseo por sus calles estrechas, pudimos observar como las casas de piedra construidas durante el imperio otomano se han convertido en un barrio pintoresco de artistas, con galerías de arte, monasterios, pequeños cafés y tiendas. Allí, se destaca la importancia de la convivencia pacífica de diferentes grupos étnicos y religiosos que han enriquecido la cultura y la historia de Jaffa.
También, vimos aljibes para que beban los peregrinos, una fuente de agua para los camellos, el Monasterio de San Nicolás, construido para servir de albergue a los peregrinos armenios; el Monasterio de San Pedro y la casa de Simón el curtidor, donde Pedro tuvo la visión de los animales no «kosher». Éstos pueden ser utilizados para satisfacer necesidades legítimas, como la comida y la ropa, pero sin causarles sufrimiento innecesario.
Seguimos nuestro recorrido y, escondido en una de las tantas plazas de Jaffa cerca de la calle Yefet St. y el Boulevard Jerusalén, nos encontramos con un árbol de naranjo suspendido que resultó ser el símbolo del centro histórico del viejo puerto bíblico, porque crece sin ningún contacto con el suelo. Está plantado dentro de una vasija de barro con forma de huevo, llena de tierra y atada con cables de acero a las casas vecinas, manteniéndolo suspendido en el aire, a unos pocos centímetros por encima del pavimento.
Existen varias leyendas respecto a este naranjo. Una de ellas cuenta que fue colgado por un habitante de la ciudad porque en la época turca a todos los árboles que crecían en el suelo se les cobraba impuesto. Otra, está vinculada a una de las visitas de Churchill a Tel Aviv: las autoridades decoraron el lugar del encuentro entre los mandatarios con árboles que talaron y enterraron en la tierra, con tanta mala suerte que Churchill tocó uno de ellos y cayó automáticamente al piso. “Sin raíces, usted no será capaz de hacer nada”, le dijo el primer ministro del Reino Unido al alcalde.
Luego de visitar la parte amurallada de Old Jaffa, otro de los atractivos que rodean la ciudad portuaria es el Mercado de Pulgas de Tel Aviv: el Shuk HaPishpeshim. El lugar es muy conocido y popular entre sus habitantes, con numerosos anticuarios y gran variedad de artículos vintage, ropa, joyas, libros, objetos de decoración y demás. También, sobre la costa, se puede conocer la Mezquita del Mar y los Jardines de HaPisgah, ubicados en la ladera de una colina.
Al caer la tarde recordamos que los lugareños nos aconsejaron regresar a Jerusalén antes del anochecer, ya que las terminales de autobuses no son consideradas seguras después de ciertas horas. Por lo que, a pesar de que Old Jaffa adquiere una encantadora atmósfera cuando oscurece, priorizamos nuestra seguridad y emprendimos nuestro regreso después de haber disfrutado plenamente de este bello destino, incluyendo su magnífica puesta de sol.
Fuente: ParaTi
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