El ex rehén habla sobre cómo sobrevivió 129 días en Gaza junto con su cuñado y cómo poco a poco está reconstruyendo su vida bajo un nuevo foco de atención.
Fue una operación de rescate impecable que, al menos por un breve momento, trajo sonrisas y esperanza a Israel. Un mes y medio después de regresar de Gaza, el ex rehén Luis Har se sincera sobre cómo sobrevivió 129 días en cautiverio y cómo poco a poco está reconstruyendo su vida.
Luis, que fue rescatado junto a su cuñado, Fernando Merman, relató el viaje en helicóptero de regreso a Israel, que fue retransmitido por medios israelíes. «Le pedí al soldado que me pellizcara para asegurarse de que estaba despierto y que esto no era sólo otro sueño».
Luis aún no ha podido regresar a su casa, el kibutz Nir Itzhak, que quedó destrozado aquella mañana de sábado negro. Pero visitó la Plaza de los Rehenes, donde fue recibido como un héroe. Tanto los voluntarios como los visitantes se detuvieron para saludarlo, a veces con lágrimas en los ojos, y le pidieron a Luis más detalles sobre la misión de rescate parecida a una película que lo trajo de regreso.
El propio Luis está asombrado de que exista un lugar así. Contó que él y Fernando debatían si había alguna organización que se hubiera establecido para atender el tema de los rehenes, si hubo protestas, si alguien las recordaba o se preocupaba por ellos.
Fernando y Luis fueron tomados como rehenes junto con su pareja Clara Merman, y su hermana y sobrina Gabriela y Mia Leimberg, e incluso la perra de Mia, Bella. Las mujeres fueron liberadas después de 54 días en el primer acuerdo de alto el fuego con rehenes negociado en noviembre. Los hombres estaban seguros de que los seguirían pronto, hasta que se reanudaran los ataques aéreos.
Pasaron otros 75 largos días. Luis dijo que no hay nadie en el mundo que conozca mejor que a Fernando, después de haber pasado tanto tiempo juntos a solas. Reveló que incluso «peleaban por diversión», una de las formas creativas de hacer pasar el tiempo. Cada uno se aseguró de que el otro no se desmoronara.
La vida de Luis cambió no sólo por el trauma del cautiverio, sino también por la atención constante que recibe ahora en Israel. Allí donde va, sus simpatizantes lo detienen; ya no es un «simple kibutznik». Espera poder regresar algún día a su hogar, a su vida anónima de hacer pizza y tomar clases de baile comunitarias.
Pero por ahora, entre pruebas y tratamientos, se ha unido a la lucha para traer a casa a los 134 rehenes restantes. Él sabe mejor que nadie que cada segundo cuenta.
Fuente: i24News- Traducido por UnidosxIsrael
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