De cara a las nuevas elecciones de marzo, el líder del Likud cambia de estrategia y busca intensamente el voto en la sociedad árabe
Por Sal Emergui
La pandemia alejó los turistas de Nazaret y trajo al primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, como parte de la campaña de vacunación masiva y de sus esfuerzos para lograr votos de los árabes. Con la mirada puesta en los comicios del 23 de marzo y el reto de enfrentarse a tres partidos en la derecha y tres en el centro izquierda, el veterano líder conservador se ha lanzado al voto del sector menos esperado.
«Ciudadanos árabes de Israel, os sumáis al Likud porque queréis incorporaros por fin a un partido en el poder, un partido que hizo muchas cosas y con la voluntad y fuerza de traer con y para vosotros un futuro de cambio, progreso y seguridad», dijo Netanyahu en la ciudad norteña de Nazaret donde fue recibido el pasado día 13 con aplausos por el alcalde Ali Salam y abucheos por manifestantes, incluyendo diputados de la Lista Conjunta. El líder de este heterogéneo bloque parlamentario formado por cuatro partidos árabes, AymanOdeh, acusa a Netanyahu: «Tras años de incitar contra nosotros, busca de forma cínica el voto de los árabes para lograr mayoría y poder librarse de su juicio por corrupción».
«Estoy harto de comunistas como Odeh que no han hecho nada por nosotros. Netanyahu habló desde el corazón», declaró Salam augurando más de 100.000 votos al Likud en la minoría árabe (21%). Este pronóstico coincide con sondeos internos de la Lista Conjunta aunque faltan menos de dos meses para el verdadero examen. Una eternidad.
En apenas dos semanas, Netanyahu visitó tres ciudades árabes, Tira, Um El Fahem y, la más grande, Nazaret. No muy lejos quedan sus campañas electorales en las que usó su voto como arma arrojadiza contra sus rivales bajo el aviso de que «si la izquierda gana, formará Gobierno con los diputados árabes que apoyan el terrorismo palestino». En la tarde de las elecciones del 2015, Netanyahu buscó alentar el voto de sus bases advirtiendo que «los votantes árabes están acudiendo en masa a las urnas». Hoy aclara que fue malinterpretado y vuelve a pedir disculpas.
«Dado que no se trata de un político nuevo sino alguien que todos conocen bien, la creencia general aquí es que Netanyahu sólo piensa en Netanyahu y en las elecciones. Es el mismo Netanyahu de la ley del Estado-Nación y que casi entierra la cuestión palestina», comenta a EL MUNDO el analista del diario Haaretz y director de noticias de la popular radio árabe Ashams de Nazaret, Jack Khoury. Este periodista, sin embargo, admite su potencial de votos entre los árabes israelíes ya que «entienden que a corto plazo la izquierda no tiene posibilidades de gobernar y los asuntos más importantes hoy son los civiles e internos y no el palestino».
EXITOSA CAMPAÑA DE VACUNACIÓN
En su súbito y por tanto intenso flirteo con los árabes, Netanyahu ofrece una exitosa vacunación, haber ordenado una inversión sin precedentes en el históricamente desfavorecido sector y la normalización de relaciones con países árabes.
«Los acuerdos de paz que he alcanzado con cuatro países árabes generarán inversiones que beneficiarán a todos los ciudadanos israelíes, sobre todo en el sector árabe. Es inconcebible que la Lista Conjunta árabe haya votado en la Knésset contra los acuerdos», afirmó Netanyahu que promete un plan para acabar con la ola de violencia interna árabe que en 2020 causó 100 muertos. «La demanda más urgente e importante en este sector es la seguridad personal», comenta Khoury en Nazaret.
Algunos dirigentes municipales árabes pidieron boicotear la reunión con Netanyahu al alegar que serían «usados» electoralmente y al recordar sus palabras en el pasado contra los árabes. Otros replicaron que como jefe de Gobierno es el que más puede ayudar en presupuestos y en la lucha contra las mafias locales. Criticado por unos por «oportunista e hipócrita» y ensalzado por otros por «promover la integración árabe», Netanyahu se centra en dos metas desde el punto de vista electoral: arañar votos y reducir el entusiasmo movilizador en torno a la Lista Conjunta que el año pasado le dio un éxito sin precedentes (15 escaños) pero difícilmente repetible dada su división interna y frustración del elector.
AUMENTO DE LA INTEGRACIÓN
El tango de Netanyahu con los árabes coincide con su mayor israelización en la última década traducida en un aumento de la integración laboral y académica y del deseo de influir en el Gobierno y un descenso del interés por la causa palestina que siempre han portado como bandera.
Según los sondeos, Netanyahu ganaría ampliamente en marzo pero no obtendría la mayoría para gobernar solo con su bloque. Incluso más que en los tres comicios desde 2019, escasos miles de votos pueden decidir si Israel sigue en crisis de empate técnico, da mayoría a su primer ministro más longevo o se adentra en la era post Netanyahu.
Fuente: ElMundo.es
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