Con una superficie menor a la de Tucumán y menos de 400 milímetros por año, Israel desarrolló una de las agriculturas más productivas e innovadoras del mundo.
Por Jorge Castro
La producción agroalimentaria israelí es de unos U$S 4.500 millones anuales -el país destina tres cuartos de ella al consumo doméstico- y está encabezada por una muy eficiente producción láctea y aviaria, seguida por las de frutas y hortalizas. A su vez, importa prácticamente la totalidad de los granos, aceites, carnes y azúcar que consume.
Lo que esto significa es que con solo un tercio de su producción exportada tiene más del 40% del mercado europeo de frutas y hortalizas fuera de temporada; y es el segundo proveedor del mercado europeo de flores después de Holanda.
Prácticamente desde su origen, incluso antes de la etapa independiente iniciada en 1948, su agricultura ha sido pionera en la más avanzada biotecnología, así como de los sistemas de irrigación automatizados, y del uso industrializados de los flujos urbanos para el riego agroalimentario.
El resultado ha sido que la producción industrial de equipos agrícolas de avanzada y las tecnologías de punta con su correspondiente propiedad intelectual pronto superaron en sus exportaciones a los simples commodities sin valor agregado.
El núcleo del sistema agrícola son unas 750 cooperativas que disponen de los equipos y las tecnologías más avanzadas, a las que hay que sumarles unas 2.000 start-ups agroalimentarias altamente especializadas.
La industria semillera exporta más de U$S 40 millones por año, y más de la mitad de sus ventas están constituidas por los híbridos del tomate y la cebolla, que son una de sus especialidades. Hazera es la principal empresa semillera, y es obra de las 750 cooperativas; y destina más de 80% de su producción a las exportaciones, lo que le permite dominar el mercado mundial de las semillas de tomates, sobre todo la especialidad Daniela, de larga vida.
Todas las compañías semilleras destinan entre 4 y 8 puntos del producto a la investigación y el desarrollo (R&D) científico y tecnológico, centrado en la búsqueda de nuevas variedades, lo que lleva a un desarrollo sistemático de la biotecnología.
Los dos mayores centros de investigación agrícola de Israel son, ante todo, el de la Facultad de Agricultura de la Universidad Hebrea de Jerusalén, situada en Rehovot, y luego el Centro Volcano de Investigación Agrícola del Ministerio de Agricultura.
Cuando se declara la Independencia el 14 de mayo de 1948 en Israel había menos de 5 millones de árboles en todo el país, y más de 200 millones de ejemplares fueron plantados en las 7 décadas posteriores a través del extraordinario programa del Keren Kayemet, fundado en 1901, lo que han logrado revertir el pavoroso proceso de erosión y destrucción de los suelos del periodo Otomano.
En el proceso de reforestación el énfasis se ha colocado en los bosques de eucaliptos y pinos de origen extranjero, y han desaparecido prácticamente las forestas indígenas.
Israel tiene 470 km de largo y 135 km de ancho, con un territorio de 27.800 km2 (menor a la provincia de Tucumán); y la temporada de lluvias no dura más de 4 meses, con menos de 400 milímetros por año; y en este sistema, Israel tiene un solo reservorio de agua dulce, que es el mar de Galilea, ubicado en la zona Norte frente a las Alturas de Golán y Siria. Hay que advertir, por último, que de esos escasos recursos hídricos, la producción agrícola consume más de tres cuartas partes.
Por eso es que Israel se ha transformado en el centro mundial de desalinización de los mares, con un dominio prácticamente total de las tecnologías más avanzadas en este rubro; y a medida que desarrollaba su producción desalinizadora, lograba bajar sistemáticamente sus costos, que ha sido el principal obstáculo para su utilización en otras partes del mundo.
Todo en la producción agrícola israelí gira alrededor de la utilización intensiva de la tecnología de avanzada, esto es del conocimiento. Este rasgo es lo que ha transformado al Estado Hebreo, incluyendo en la actividad agrícola, en la “Start – Nation” por definición. Israel es el país del Libro, o lo que es lo mismo del conocimiento y la investigación.
Israel, en suma, es un país árido o semi árido, donde prácticamente la mitad del territorio está ocupado por el desierto del Negev, que es comparable por su naturaleza al Sahara en el Norte de África. Es allí, en este medio verdaderamente difícil o inclusive hostil, donde se ha desarrollado una de las agriculturas más productivas e innovadoras del mundo.
Es un auténtico “milagro”, sólo que obra de la acción y de la inteligencia humana.
Fuente: Clarin.ar
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