El desencadenante es una ley polaca que restringe significativamente los derechos para recuperar propiedades confiscadas por los nazis
Por Sal Emergui
Israel y Polonia protagonizan la peor crisis diplomática de los últimos años a raíz de la polémica ley polaca que este fin de semana ha tenido su rúbrica final. Pocas veces, la cancillería israelí ha reaccionado con tanta contundencia hacia un país europeo como tras la decisión del presidente polaco Andrzej Duda de firmar la ley, aprobada en el Parlamento, que restringe significativamente los derechos para recuperar propiedades confiscadas por los nazis y posteriormente el régimen comunista tras la Segunda Guerra Mundial. Una medida que afecta a los supervivientes judíos del Holocausto y sus descendientes en un país que, bajo la ocupación nazi, se convirtió en un enorme cementerio para el pueblo judío.
«Es una ley antisemita y no ética (…). Polonia se ha convertido esta tarde en un país antidemocrático, no liberal que no respeta la mayor tragedia en la historia de la humanidad. El mundo no puede callar. Israel y el pueblo judío seguro que no se callarán», ha declarado el ministro de Exteriores, Yair Lapid. Más allá de ordenar la vuelta inmediata de su representante en Varsovia Tal Ben Ari y congelar la salida a Polonia del nuevo embajador Yacov Livne, Lapid ha aconsejado al embajador polaco en Israel, Marek Magierowski, que «aproveche el tiempo allí para explicar a los polacos cuál es el significado de la Shoá para los ciudadanos israelíes y cuánto no toleraremos el desprecio de la memoria de las víctimas y de la Shoá. Esto no se quedará aquí».
El primer ministro Naftali Bennett, centrado básicamente en la gestión ante la cuarta ola del coronavirus, añadió que la decisión de Duda es «un vergonzoso desprecio por la memoria del Holocausto». «Israel ve con la mayor seriedad la aprobación de la ley que impide que los judíos reciban una compensación por la propiedad que les fue robada durante el Holocausto», denunció.
El ministerio de Exteriores polaco ha rechazado las críticas de Israel que, acusa, «dañan seriamente nuestras relaciones». «Tras un profundo análisis decidí firmar esta enmienda que en los últimos meses fue objeto de un ruidoso debate en casa y en el extranjero», anunció Duda al justificar una legislación que contó con gran consenso interno y avanzó pese a la oposición de Israel, EEUU y asociaciones judías en todo el mundo
VARSOVIA SE JUSTIFICA EN EL CAOS BUROCRÁTICO
Varsovia aclara que no es una ley dirigida contra los judíos y que su objetivo es poner fin al caos jurídico, burocrático e inmobiliario en torno a las exigencias de restitución de propiedades de hace muchos años y la incertidumbre en la que viven muchos propietarios. La reforma legislativa, que establece como límite temporal de restitución los últimos 30 años, está basada en una sentencia del Tribunal Constitucional del 2015.
«La ley es igualmente injusta tanto para judíos como para no judíos», advirtió recientemente el presidente de la Organización Mundial de Restitución Judía, Gideon Taylor.
Desde que asumió la cartera de Exteriores hace dos meses y a dos años de ser primer ministro, Lapid se ha convertido en la voz más militante en la esfera internacional ante Polonia en todo lo que se refiere a asuntos relacionados con la memoria de la Shoá. El líder centrista afronta este duelo diplomático-que contrasta con su acercamiento con la Unión Europea (EU) y países árabes- con el apoyo de su homólogo estadounidense Antony Blinken también claramente opuesto a la ley polaca que entrará en vigor en 30 días. Ya como jefe de la oposición, Lapid criticó duramente la ley que sanciona a historiadores que investigan y recuerdan el papel cómplice de polacos en los crímenes nazis junto a los que sí ayudaron a los judíos.
Para Lapid, se trata también de un asunto personal. Muchos de sus familiares fueron asesinados en la Shoá de la que sobrevivió su padre, Tommy Lapid. El que fuera periodista y ministro de Justicia en Israel, presidió el Museo Yad Vashem en Jerusalén que honra la memoria de los seis millones de judíos asesinados por los nazis y sus aliados.
En 1939, la comunidad judía en Polonia era la más grande de Europa con alrededor de 3.300.000 personas. Al final de la guerra, apenas 380.000 judíos. La mayoría fueron asesinados en guetos y en los seis campos de exterminio nazis en tierras polacas.
Fuente: ElMundo.es
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