Hezbolá, conocido por su destreza militar y su inquebrantable oposición a Israel, tiene orígenes y una evolución profundamente entrelazados con la política regional y las tensiones sectarias.
Hezbolá, un poderoso grupo militante con base en el Líbano, se ha convertido en un actor importante en el panorama geopolítico de Oriente Medio y actualmente está envuelto en un conflicto contra Israel. Conocido por su destreza militar y su inquebrantable oposición a Israel, los orígenes y la evolución de Hezbolá están profundamente entrelazados con la política regional y las tensiones sectarias.
El nacimiento de Hezbolá
La historia de Hezbolá comienza en un lugar inesperado: Irán. El panorama político de Irán, que en su día fue un aliado cercano de Israel, cambió drásticamente después de la Revolución Islámica de 1979, liderada por el ayatolá Ruhollah Khomeini. El ascenso de Khomeini al poder marcó un punto de inflexión en su intento de exportar su ideología revolucionaria a todo el mundo musulmán.
En la década de 1970, el Líbano estaba sumido en el caos, con la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) operando en el sur y exacerbando las tensiones sectarias existentes. Esta agitación creó una oportunidad para que Jomeini estableciera un punto de apoyo en el Líbano, en particular entre la población chiíta desencantada que se sentía marginada por el bloque cristiano gobernante.
La presencia de la OLP en el Líbano fue un arma de doble filo. Si bien condujo a un aumento de la violencia y la inestabilidad, también abrió la puerta a la influencia iraní. Jomeini reconoció que el descontento de la comunidad chiíta podía aprovecharse para promover sus objetivos. Al proporcionar servicios sociales y apoyo, Irán cultivó la lealtad entre los chiítas libaneses, preparando el terreno para la formación de Hezbolá en 1982.
El surgimiento de Hezbolá
En 1982, en medio de la invasión israelí del Líbano en respuesta a los ataques a las comunidades del norte de Israel, se estableció oficialmente Hezbolá como respuesta a la ocupación y a la disminución de la influencia de la OLP. El grupo rápidamente ganó notoriedad por sus tácticas brutales, incluidos los atentados suicidas contra las fuerzas israelíes y occidentales. Entre los ataques notables se incluyen el bombardeo de la Embajada de los Estados Unidos y el cuartel de los Marines estadounidenses, que dejó cientos de muertos.
El manifiesto de Hezbolá de 1985 delineaba sus objetivos, que incluían la expulsión de las fuerzas extranjeras del Líbano y, fundamentalmente, la destrucción de Israel. Este compromiso con la resistencia armada solidificó la identidad de Hezbolá como una organización militante con una agenda ideológica clara.
Estrategia política y militar
Tras el fin de la guerra civil libanesa en 1990, el estatus de Hezbolá cambió. A diferencia de otras milicias que se desarmaron, Hezbolá conservó sus armas y continuó su lucha contra Israel. Esta posición única le permitió al grupo evolucionar de una fuerza guerrillera a un actor político legítimo en el Líbano.
A principios de la década de 2000, Hezbolá se había establecido como una fuerza militar y política dominante, participando en las elecciones libanesas y obteniendo una representación significativa en el gobierno. Esta identidad dual, como partido político y organización militante, diferenció a Hezbolá de otros grupos de la región.
Las ambiciones de Hezbolá se extienden más allá del Líbano. El grupo ha estado vinculado a varias actividades terroristas internacionales, incluidos ataques contra objetivos israelíes en todo el mundo. Entre los incidentes notables se incluyen el bombardeo de un centro comunitario judío en Argentina y los ataques a turistas israelíes en Bulgaria.
Estas operaciones demuestran la capacidad y la voluntad de Hezbolá de actuar fuera de sus fronteras, lo que complica aún más el panorama de seguridad para Israel y sus aliados. El alcance mundial del grupo cuenta con el apoyo de Irán, que proporciona un respaldo financiero sustancial, estimado en unos 700 millones de dólares anuales, lo que permite a Hezbolá mantener su capacidad militar.
La fuerza militar de Hezbolá es formidable. Con unos 150.000 cohetes y una milicia bien entrenada, se considera que Hezbolá es más poderoso que el ejército libanés. La experiencia del grupo en la guerra civil siria ha mejorado aún más sus habilidades de combate, lo que lo convierte en un adversario más peligroso para Israel.
La estrategia militar de Hezbolá incluye el uso de armamento y tácticas avanzadas, incluida la construcción de extensas redes de túneles que podrían facilitar ataques sorpresa contra las fuerzas israelíes. Estos túneles son un testimonio del compromiso de Hezbolá con la preparación militar y su amenaza constante a la seguridad israelí.
Descontento libanés
A pesar de sus éxitos militares, Hezbolá se enfrenta a un creciente descontento entre la población libanesa. Aproximadamente la mitad de la población es cristiana y, en general, no apoya al grupo. Muchos libaneses se preguntan por qué el grupo sigue invirtiendo fuertemente en capacidades militares mientras el país se enfrenta a graves problemas económicos. Esta insatisfacción ha dado lugar a peticiones de rendición de cuentas y a una reevaluación de las prioridades de Hezbolá.
El colapso económico del Líbano ha presionado a Hezbolá para que justifique su gasto y su enfoque militar. Mientras los ciudadanos comunes luchan por llegar a fin de mes, el compromiso del grupo con el conflicto armado se considera cada vez más una carga en lugar de una fuente de orgullo.
El futuro de Hezbolá sigue siendo incierto. La capacidad del grupo para mantener su influencia en el Líbano dependerá de su capacidad de respuesta al cambiante panorama político y económico. Además, la tensión actual entre Israel y Hezbolá sugiere que la amenaza de conflicto está lejos de haber terminado. Israel sigue vigilante, preparado para contrarrestar cualquier agresión de Hezbolá, que sigue considerando la destrucción de Israel como un objetivo central.
Fuente: IsraelHayom- Traducido por UnidosxIsrael
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