Más de 1.200 personas, la mayoría civiles, perdieron la vida y otras 250 fueron secuestradas en una ofensiva armada del grupo islamista. Se trata del ataque más letal que ha sufrido el Estado judío en toda su historia y el que más víctimas ha causado desde el Holocausto
Por Josef Federman
Este domingo se cumplen 100 días desde que el grupo terrorista Hamas perpetró el ataque más sangriento jamás registrado contra el territorio israelí.
El conflicto es ya el más largo y letal de los que han enfrentado a Israel y a los palestinos desde la creación del Estado judío en 1948, y no hay señales de que vaya a remitir.
Israel declaró la guerra en respuesta al ataque transfronterizo sin precedentes de Hamas el 7 de octubre, en el que el grupo armado asesinó a unas 1.200 personas, en su mayoría civiles, y tomó a otras 250 como rehenes. Fue el ataque más letal en la historia de Israel y el más sangriento para los judíos desde el Holocausto.
El gobierno israelí respondió con semanas de intensos ataques aéreos sobre Gaza antes de ampliar sus operaciones con una ofensiva terrestre. Sostiene que su objetivo es aplastar a Hamas y lograr la liberación de los más de 100 rehenes que siguen retenidos por el grupo.
La ofensiva ha causado una destrucción sin precedentes en Gaza. Pero más de tres meses después, el grupo terrorista se mantiene prácticamente intacto y los rehenes siguen cautivos. El ejército israelí afirma que la guerra se prolongará durante 2024.
A continuación, cinco conclusiones de los 100 primeros días de una guerra que ha sacudido a toda la región:
Israel nunca volverá a ser el mismo
Lo ocurrido el 7 de octubre tomó por sorpresa a Israel y quebró la fe de la nación en sus líderes.
Aunque la opinión pública ha respaldado la campaña militar, sigue profundamente traumatizada. La nación parece revivir a diario el 7 de octubre, una jornada en la que familias fueron asesinadas en sus casas, asistentes a un festival abatidos en el mismo reciento y menores y ancianos secuestrados en motocicletas.
Los carteles sobre los rehenes que siguen cautivos llenan las calles y la gente viste camisetas con un mensaje para sus dirigentes: “Tráiganlos a casa”.
Los canales de noticias israelíes dedican su programación a cubrir la guerra las veinticuatro horas del día. Emiten sin descanso relatos de tragedia y heroísmo del 7 de octubre, historias sobre los rehenes y sus familias y emotivos funerales de soldados muertos en combate.
Apenas se habla de la creciente cifra de muertos o del deterioro de la situación humanitaria en Gaza. Rara vez se mencionan los planes de posguerra para la Franja.
Una cosa se ha mantenido constante. Mientras los responsables de seguridad se han disculpado y apuntaron que renunciarán después de la guerra, el primer ministro, Benjamin Netanyahu, sigue aferrado a su cargo.
A pesar de la fuerte caída de su aprobación, Netanyahu ha resistido a los pedidos para disculparse, renunciar o investigar los fallos de su ejecutivo. El mandatario, que ha estado al frente del país durante casi los últimos 15 años, afirma que ya habrá tiempo para las pesquisas tras la guerra.
Según el historiador Tom Segev, la guerra sacudirá al país durante años, y quizás durante generaciones. Los fallos del 7 de octubre y la incapacidad de llevar a los rehenes de vuelta al país han fomentado un sentimiento generalizado de traición y falta de fe en el gobierno, apuntó.
“A los israelíes les gusta que sus guerras vayan bien. Y esta no van muy bien”, afirmó. “Mucha gente tienen la sensación de que algo muy muy grave está fallando”.
“Todo está conectado”
La guerra se ha dejado sentir por todo Oriente Medio y amenaza con convertirse en un conflicto más amplio que enfrente a la alianza encabezada por Estados Unidos y a grupos insurgentes respaldados por Irán.
Casi inmediatamente después del ataque de Hamas, la milicia libanesa Hezbollah — que tiene el apoyo de Irán— comenzó a atacar a Israel, lo que provocó bombardeos del ejército israelí en respuesta.
Los choques entre Israel y Hezbollah no han derivado en una guerra total. Pero han estado cerca, sobre todo después de que un ataque aéreo, atribuido a Israel, mató a un alto cargo de Hamas en la capital, Beirut, el 2 de enero.
La milicia respondió con intensos bombardeos sobre bases militares israelíes, mientras que Israel abatió a varios comandantes del grupo libanés en ataques aéreos dirigidos.
Al mismo tiempo, los rebeldes hutíes de Yemen, que también están respaldados por la República Islámica, han llevado a cabo una serie de ataques contra mercantes en el Mar Rojo. Además, milicias amparadas por Irán han atacado a las fuerzas estadounidenses en Irak y Siria.
Estados Unidos, por su parte, ha enviado buques de guerra al Mediterráneo y al Mar Rojo para contener la violencia.
El pasado jueves, los ejércitos de Washington y Londres bombardearon más de una docena de objetivos hutíes en Yemen. Los rebeldes han prometido represalias, elevando las posibilidades de un conflicto más amplio.
Fuente: Infobae
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