En un diciembre donde convergen ambas celebraciones, estas luces nos inspiran a iluminar el camino hacia la convivencia y a rechazar el odio
Por Marina Rosenberg
En este diciembre peculiar, las luces de Janucá se encienden al mismo tiempo que millones de personas alrededor del mundo ornamentan árboles de Navidad y levantan sus copas de champán para recibir el Año Nuevo. Esta coincidencia trasciende las tradiciones religiosas y nos recuerda que, como humanidad, compartimos el anhelo de superar la oscuridad y construir un futuro colmado de luz y esperanza.
El antisemitismo, una de las formas más antiguas de intolerancia, sigue mostrando una preocupante persistencia. América Latina no está exenta de ello. Desde grafitis ofensivos en espacios públicos, discursos de odio en redes sociales hasta actos de violencia física, los ecos de la intolerancia resuenan vehementemente. Un informe reciente de la Liga Antidifamación (ADL), reveló un alarmante aumento de los incidentes antisemitas en la región desde los ataques de Hamás a Israel el 7 de octubre de 2023, como reflejo de una creciente polarización global.
Estos incidentes incluyen ataques físicos, actos de vandalismo y la propagación de teorías conspirativas en redes sociales, reflejando una preocupante polarización que amenaza los valores de convivencia y respeto.
Sin embargo, el antisemitismo no es solo un ataque a los judíos, sino un síntoma de algo más profundo: el deterioro de los valores de convivencia y respeto mutuo. Frente a este desafío, no basta con preocuparnos; debemos actuar ya.
Encender luces, ya sea en una menorá o en un árbol navideño, no es suficiente. Es un primer paso simbólico, pero su verdadero poder radica en convertir esa luz en acción diaria. Ser una luz significa rechazar el odio en todas sus formas, tender la mano a quienes piensan diferente y defender los valores que nos unen como humanidad.
Si bien las redes sociales pueden amplificar el discurso de odio, también tienen el potencial de ser faros de cambio positivo. Cada comentario positivo, cada historia compartida que celebra la diversidad y la inclusión, es una chispa que puede transformar comunidades enteras.
La coincidencia de estas celebraciones nos recuerda que nuestras historias pueden coexistir, que nuestras luces pueden brillar juntas y que nuestras acciones pueden unirse en un llamado poderoso contra el odio y la discriminación. Este diciembre, encendamos no solo velas y luces, sino también nuestra capacidad de empatía y compromiso con la justicia.
Permitamos que estas fechas nos guíen no solo hacia un año nuevo, sino hacia un mundo donde la diversidad sea celebrada y la intolerancia quede relegada al pasado.
*Marina Rosenberg es vicepresidenta sénior de Asuntos Internacionales de la Liga Antidifamación (ADL). @_MarinaRos
Fuente: Infobae
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