Sagrada para judíos, cristianos y musulmanes, visitarla es una experiencia religiosa, incluso más allá de los límites de la cautivante Ciudad Vieja.
Jerusalén es el lugar del planeta donde la mayoría sueña con una paz que no llega. También es una de las pocas capitales que no es reconocida oficialmente como tal. Sin embargo, eso no le impide ser una de las ciudades más fascinantes.
Con su variedad de culturas y religiones, Jerusalén se abre al mundo, devela algunos misterios de la historia y esconde muchos otros. Considerada mundialmente como la cuna de la civilización, Jerusalén tiene un significado histórico para tres de las más importantes religiones y ha demostrado con los años ser irresistible para cualquier persona sin importar cuál sea su fe.
Algunos se sienten atraídos por los monumentos religiosos, otros por la gran variedad de paisajes, y otros, por el fascinante contraste entre lo moderno y lo antiguo. Pero todos coinciden en un mismo encanto: recorrer las huellas de la historia desandando los mismos caminos que el patriarca Abraham hace 4000 años, que Jesús hace 2000 o que el profeta Mahoma hace poco más de 1000.
Las murallas de la Ciudad Vieja, los arcos romanos y los bastiones otomanos se entrecruzan con los modernos edificios y centros comerciales. “Aquí descansó Mahoma antes de ascender al cielo”, cuentan unos y señalan la cúpula dorada que se convirtió en una de las postales de Jerusalén. Mientras otros señalan más allá ña fastuosa iglesia y aclaran: “Allí estuvo enterrado Cristo”. En Tierra Santa se encuentran todas las confesiones cristianas (católicos de seis ritos distintos, ortodoxos y protestantes), el judaísmo tiene su centro religioso y político, y la presencia musulmana es imponente. De eso se trata Jerusalén, un lugar donde conviven todos, al mismo tiempo y por separado.
VÍA CRUCIS
Recorrer las angostas calles de la Ciudad Vieja no es sencillo. No tanto por su edificación, aún intacta con los rasgos de hace miles de años, sino por la cantidad de gente. En este sector, con sus murallas de piedra milenaria, encierra tres lugares sagrados para las mayores religiones monoteístas del mundo. La cúpula dorada del Domo de la Roca, tercer sitio de peregrinación para los musulmanes después de La Meca y Medina, el Muro de los Lamentos, venerado por los judíos, y la iglesia del Santo Sepulcro, sitio de peregrinación para los cristianos.
Por eso miles de cristianos se dirigen diariamente a pocas cuadras de la Puerta de los Leones, en el sector musulmán de la Ciudad Vieja, con objeto de emprender y revivir el Vía Crucis. En esta iglesia, a cargo de franciscanos, griegos ortodoxos y armenios ortodoxos, representa uno de los sitios más sagrados para los cristianos y reúne a fieles venidos de todas partes del mundo (se calcula que es visitada diariamente por unas 5.000 personas).
Para los creyentes en el lugar de la sepultura y resurrección de Jesús culminará su peregrinaje a Tierra Santa, para los judíos que llegan a la Ciudad Vieja, el recorrido será hacia el Muro de los Lamentos, signo de disputa desde hace años y que simboliza el corazón del judaísmo. A simple vista representa una inmensa pared, pero el muro occidental, parte de los que quedó del Segundo Templo de los Judíos tras ser destruido por los romanos en el año 70, posee un enorme significado político y religioso. Es allí donde miles de personas que se cercan depositan un papelito escrito de puño y letra entre las piedras. Todo aquel que llegue a este sitio podrá percibir la mística que desprende en cada rezo.
El principal sector judío, que ocupa la parte sub oriental de la ciudad, contiene la Puerta de Sion, al sur de la cual se encuentra el monte del mismo nombre y la tumba del rey David, este último un sitio que antiguamente, antes de la Guerra de los Seis Días, reemplazó durante muchos años el lugar en el que los judíos se lamentaban por la destrucción del Gran Templo, cuando el actual Muro de los Lamentos estaba en poder de los palestinos.
EN ACCIÓN
Si tenés pocos días es imperdible hacer un tour por la Ciudad Vieja, recorriendo los sitios más destacados. Por la tarde la mejor opción es ir al “reino de las mentiras”: el Shuk es el planeta del regateo, es un lugar donde nada vale lo que vale.
En una mañana se puede pasear por la ciudad nueva por la avenida Ben Yehuda para luego sumergirse en Mea Shearim, barrio de la comunidad judía ultra ortodoxa. También recorrer Yad Vashem, el Museo del Holocausto.
Para salir un poco de la ciudad, lo ideal es la excursión a las ruinas de la impactante ciudadela de Masada y un baño en las playas del Mar Muerto.
Recorrer a pie al barrio Montefiore, a pocas cuadras de la Ciudad Vieja, rodeado de hermosos espacios verdes. Después, ascenso al Monte de los Olivos donde se aprecia la vista más impactante de Jerusalén.
BELÉN
La basílica alberga la gruta de la Natividad. El lugar en el que se cree que nació Jesús está marcado simbólicamente con una estrella de plata.
Belén (a 10 km al sur de Jerusalén) está administrada por la Autonomía palestina, y sus habitantes son casi todos árabes, y en su mayoría musulmanes. Si sales de Jerusalén, puedes ir con total seguridad en autobús o en taxi colectivo. La ciudad de la Natividad es uno de los lugares de peregrinación más importantes en Tierra Santa.
La basílica de la Natividad se edificó en un conjunto de cuevas en 323 por Constantino, el primer emperador romano converso al cristianismo. Se supone que en una de estas cuevas María dio a luz al Niño Jesús. La basílica está hoy en día dividida entre las distintas confesiones cristianas. En la iglesia franciscana Santa Catalina (que se anexó a la basílica en 1881) se celebra la misa del Gallo el 24 de diciembre todos los años. Esta iglesia acoge, en una de las cuevas subterráneas, el cenotafio de San Jerónimo, que vivió allí durante 30 años traduciendo la Biblia al latín (la “Vulgata”).
El campo de los Pastores, uno de los santuarios más antiguos de Tierra Santa (con restos de la decoración del siglo IV), es un lugar de peregrinación que indica el lugar donde el ángel Gabriel se apareció y anunció a los pastores el nacimiento de Cristo Salvador.
La ciudad tiene gran significado religioso para los cristianos y musulmanes al ser, de acuerdo con la Biblia, el lugar de nacimiento de Jesús de Nazaret según los evangelios de Lucas y Mateo. Es también un importante lugar de peregrinación para los judíos, que veneran la tumba de Raquel situada a la entrada de la ciudad y para los que la ciudad es lugar de nacimiento y coronación del rey David. El gobierno de Israel ha rodeado la ciudad de murallas y pasos de control para evitar ataques terroristas, impidiendo el libre tránsito de los habitantes y limitando los intercambios comerciales. Esto ha provocado una gran disminución del turismo, una de las principales fuentes de ingresos de la ciudad.
LA BASÍLICA DE LA NATIVIDAD
Al entrar en la Basílica de la Natividad desde la Plaza del Pesebre, uno siente que ha entrado en un mundo diferente. Esta basílica es la misma que mandó a construir Justiniano en el 529. Tiene forma de cruz latina con el transepto rematado en ábsides. La nave central se halla flanqueada por 44 columnas rodeadas de piedras caliza, distribuida en 4 filas. Los capiteles, de mármol blanco, son de estilo corintio.
Sobre ellas todavía pueden encontrarse restos de mosaicos del siglo XII, que representaban a los antepasados de Jesús, así como los siete primeros concilios ecuménicos. En la nave sur puede verse todavía una pila bautismal antigua de piedra rosácea local, forma octogonal y cavidad cruciforme. El techo actual fue construido en el siglo XVII y reparado en 1842; frente a la puerta de entrada, cubriendo el ábside de la nave central, hay un iconostasio griego de madera tallada que presenta tres cuerpos superpuestos, decorados con escenas de estilo bizantino.
LA GRUTA DEL NACIMIENTO
Sin duda, es el lugar más sagrado, razón y centro de la Basílica: el lugar tradicional del nacimiento de Cristo, justo debajo del Altar Mayor de la Basílica. Se accede a la capilla por los tramos de unas escaleras desgastadas, que se hallan a ambos lados del gran coro. La gruta es una capilla de reducidas dimensiones, de forma casi rectangular, con un pequeño ábside en el extremo oriental. En él hay un altar y, debajo de éste, una estrella de plata en mármol blanco marca el lugar del nacimiento de Jesús; la inscripción dice así: “Hic de Virgine María Jesús Christus natus est” (Aquí nació Jesucristo a la Virgen María). Sobre el altar hay lámparas de aceite de plata suspendidas que permanecen encendidas día y noche. “Aconteció que por aquellos días salió un decreto de César Augusto, ordenando que se empadronase a todo el mundo. Este primer censo se hizo siendo Cirino gobernador de Siria. Iban todos a inscribirse, cada uno a su ciudad: Subió también José, desde Galilea, de la ciudad de Nazaret, a Judea, a la ciudad de David que se llama Belén, por ser de la casa y de la familia de David, para empadronarse con María, su esposa, que estaba encinta.
La estrella señala el lugar del nacimiento de Cristo. Basílica de la Natividad. Y sucedió que mientras ellos estaban allí, se le cumplieron los días del parto, y dio a luz a su hijo primogénito, lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre, pues no había sitio para ellos en la posada” (Lucas 2, 1-7). El pesebre es venerado en la capillita que se encuentra casi en frente del altar del Nacimiento. También se venera igualmente en ese lugar el Altar de los Reyes Magos que está junto al pesebre. En la gruta el ambiente es de recogimiento y de piedad.
LA IGLESIA DE SANTA CATALINA
Construida en la Edad Media, está dedicada a la mártir de Alejandría. Hoy en día es la iglesia parroquial de la comunidad católica de rito latino. Es aquí donde se celebra cada año la misa solemne de la Vigilia de Navidad. En 1880 fue ampliada hacia el oeste, reduciéndose el tamaño del claustro de estilo cruzado dedicado a San Jerónimo. Debajo del patio hay una serie de cuevas que conectan a Santa Catalina con la Gruta de la Natividad: una fue la vivienda de San Jerónimo mientras traducía la Biblia al latín y la otra tiene una capilla dedicada a los Niños Inocentes.