El Estado judío debería empezar a hacer aquello que falsariamente le reprochan
El discurso de John Kerry en la Universidad de Harvard el pasado miércoles y la posterior serie de retractaciones del Departamento de Estado me dejaron una conclusión clara: Israel debería empezar a construir masivamente en los asentamientos y cambiar el statu quo en el Monte del Templo. Porque si se le acusa de hacer ambas cosas cuando lo cierto es que no está haciendo ninguna, al menos debería obtener los sustanciosos beneficios que le reportaría.
Pero antes quiero decir algo sobre esos beneficios. Por lo que respecta al Monte, el statu quovulnera groseramente los derechos de los judíos. Los judíos tienen prohibido rezar en el lugar más sagrado del judaísmo, incluso actos como derramar una lágrima se consideran rezar. También sufren un acoso constante cuando lo visitan sin rezar. Que el Estado judío discrimine de este modo a los judíos es sencillamente una aberración.
En cuanto a la construcción en los asentamientos, Israel padece una grave crisis de vivienda; un apartamento medio cuesta actualmente 146 salarios mensuales medios, frente a los 43 que costaba en 2008. La mayor escasez se produce en el Gran Tel Aviv, donde hay poco terreno disponible para nuevas edificaciones, y en Jerusalén, cuyas principales reservas de suelo están en la parte oriental. De hecho, la capital pierde unos 18.000 judíos al año, y los que abandonan la ciudad mencionan la escasez de vivienda como su principal motivo.
Los bloques de asentamientos que seguirían siendo israelíes bajo cualquier acuerdo concebible están todos a una distancia razonable como para poder desplazarse desde ellos a diario hasta Tel Aviv, y también hasta Jerusalén; de ahí que la construcción masiva en ellos, junto con los barrios judíos del este de Jerusalén, podrían mitigar notablemente la crisis de vivienda. Además, dada la negativa de la comunidad internacional a respaldar las reivindicaciones de Israel sobre áreas menos pobladas cuya evacuación sería inviable, reforzar las poblaciones que Israel quiere conservar fortalecería su posición en futuras negociaciones.
De modo que, salvo que restringir la construcción de asentamientos y mantener el statu quo en el Monte contribuyan realmente a la seguridad de Israel o a reforzarlo internacionalmente, no hay ninguna ventaja en ninguna de esas dos cosas. Lo que nos lleva a Kerry.
En su discurso en Harvard, Kerry dijo: “Ha habido un aumento masivo en [la construcción en los] asentamientos en el transcurso de los últimos años, y ahora hay violencia porque hay una frustración creciente”. Esta afirmación sería indignante incluso si fuese cierto que se hubiese producido ese “aumento masivo”, ya que implica que construir viviendas en áreas disputadas basta para justificar una oleada de apuñalamientos palestinos contra civiles israelíes. Y evidentemente alguien en el Departamento de Estado se dio cuenta, porque el portavoz John Kirby intentó retirar enseguida lo dicho.
“El secretario no estaba diciendo: bueno, ahí tienen la actividad en los asentamientos como causa de las consecuencias que estamos viendo”, afirmó. “¿Es una fuente de frustración para los palestinos? Pueden estar seguros, y el secretario lo estaba advirtiendo. Pero eso no significa culpar de la violencia a ambas partes”.
Sin embargo, Kirby no desdijo la afirmación de Kerry sobre la actividad “masiva” en los asentamientos, que es una burda mentira. Como detallé aquí el año pasado, se ha construido menos en los asentamientos con el Gobierno de Benjamín Netanyahu que con cualquier otro primer ministro anterior. Y el mismo día del discurso de Kerry el diario israelí de extrema izquierda Haaretz –que no es sospechoso de tener simpatías hacia los asentamientos– publicó unanoticia confirmando los hechos.
“Desde que Netanyahu se convirtió en primer ministro en 2009, ha habido menos actividad constructora en los asentamientos que con cualquier otro primer ministro desde 1995″, afirmabaHaaretz, y después daba las cifras para demostrarlo: entre 2009 y 2014 se ha construido en los asentamientos una media de 1.554 casas al año, frente a las 1.774 con Ehud Olmert, las 1.881 con Ariel Sharón, unas 5.000 con Ehud Barak y casi 3.000 durante la primera legislatura de Netanyahu, entre 1996 y 1999. De hecho, Haaretz informaba de que el 74% del aumento de colonos con Netanyahu se debía a un crecimiento natural (nacimientos menos muertes). La única manera de pararlo sería instituir una política de abortos forzosos al estilo chino, algo que presumiblemente no apoyaría el Estado.
Bueno, pues a pesar de estas restricciones, que han molestado mucho a las bases de Netanyahu, los principales medios de comunicación y los Gobiernos de todo el mundo siguen acusándole sistemáticamente de construir de forma “masiva” en los asentamientos, lo que justificaría el terrorismo palestino. Incluso la retractación de Kirby reforzaba este mensaje: a pesar de decir que la actividad en los asentamientos no es la “causa” de la violencia, sigue negándose a culpar a “ambas partes” de su estallido; es una insinuación clara de que no se puede culpar a los palestinos por las oleadas de apuñalamientos contra israelíes, porque padecen una “frustración” justificada por la actividad en los asentamientos.
Después, como si esta pobre excusa para retractarse no fuese suficientemente mala, Kirby lanzóvarias difamaciones más contra Israel. Entre otras cosas, lo acusó de “lo que muchos considerarían un uso excesivo de la fuerza”; naturalmente, la policía norteamericana nunca dispararía contra un terrorista que blandiese un cuchillo en medio de un ataque. Lo más asombroso fue, sin embargo, su afirmación de que Israel había violado el statu quo en el Monte del Templo. “Ciertamente, el statu quo no se ha respetado, lo que ha dado lugar a buena parte de la violencia”, dijo. En resumen, avaló el cuento palestino de que los apuñalamientos se deben a una reacción justificada por la “vulneración” del statu quo.
Más tarde, tuiteó una “aclaración de la sesión informativa de hoy” que decía: “Mi intención no era insinuar que se haya roto el statu quo en el Monte del Templo/Haram al Sharif”. Pero el hecho de que inicialmente lo dijera deja claro que muchos funcionarios estadounidenses se creen ese cuento palestino. Esta conclusión la reafirma el hecho de que Washington jamás haya puesto objeciones a que el presidente de la Autoridad Palestina, Mahmud Abás, propague esta incendiaria falsedad, por ejemplo, en su reciente discurso ante Naciones Unidas y en su alocucióndel pasado miércoles por la noche.
Por lo tanto, aunque Israel haya restringido la construcción en los asentamientos y mantenido elstatu quo en el Monte, buena parte del mundo –incluida la Administración norteamericana– está acusándolo de hacer lo contrario, y además está tratando el terrorismo palestino como si fuese una respuesta comprensible y justificable a esos supuestos crímenes. Dicho de otro modo: Israel no está recogiendo beneficios diplomáticos por adoptar esas posiciones. Así pues, ¿por qué demonios sigue asumiendo sus onerosos costes?
© Versión original (en inglés): Commentary
© Versión en español: Revista El Medio