El doctor Adolfo Roitman, curador de los manuscritos bíblicos, emigró a Israel en 1980 y desde 1994 revolucionó el Santuario del Libro en Jerusalén con la premisa de enseñarle al público a pensar.
¿Qué significa ser curador?, preguntó.
Lo que tú decidas, le respondieron.
Tal vez la primera ocupación de Adolfo Roitman haya sido la de ser un minucioso curador de su propia vida incluso sin saberlo.
Hoy, y desde hace casi 30 años, Roitman está cerca de retirarse del cargo que el mismo ayudó a crear: curador de los Rollos del Mar Muerto y titular del Santuario del Libro en Jerusalén donde se alojan y estudian los históricos documentos bíblicos.
Doctor Adolfo Roitman, curador de los Rollos del Mar Muerto. Foto cortesía de José Ramón Ladra / ABC.
Esa coherencia es una constante en el camino profesional de Roitman, nacido en 1957 en La Paternal, un barrio de clase trabajadora de la Ciudad de Buenos Aires (Argentina).
En 1980, luego de recibirse de antropólogo con honores en la Universidad de Buenos Aires, emigró a Israel para seguir estudiando Religiones Comparadas en la Universidad Hebrea de Jerusalén (HUJI).
Tras una maestría cum laude, su idea era convertirse en académico de la HUJI y si bien ese proyecto no se materializó allí mismo fue esa casa de estudios, la universidad judía más importante del mundo, la que funcionó como un dispositivo en el que esfuerzo y azar se combinaron para ubicarlo frente a la oportunidad de la curaduría que le cambiaría la vida y en la que destacaría al punto de haber revivido el Santuario del Libro para siempre.
Su candidatura, que llegó por parte de uno de los jueces de su tesis doctoral basada en la estructura literaria el significado del libro apócrifo de Judith, lo sorprendió más a él que aquellos que finalmente lo contrataron.
Es que a pesar de ser ya entonces un experto sobre religiones y judaísmo antiguo -también se recibió de rabino en 1986- Roitman no había estudiado los Rollos del Mar Muerto, no era técnicamente arqueólogo, no tenía experiencia museológica ni ningún otro argumento a su favor más allá de su ya importante carrera académica.
Y lo que sucedió es que el Santuario del Libro –“un cuerpo muerto a pesar de la fama mundial de los rollos”- lo necesitaba tanto como él al museo. Y, tal como lo reconoció, ni siquiera lo sabía.
“Fue como si me dieran plastilina para que yo le fuera dando la forma”, le dijo Roitman a ISRAEL21c en Español recordando esos días de 1994 cuando asumió para reemplazar al entonces curador que se jubilaba.
El desafío de mostrar un enfoque diferente
En noviembre de 2022 comenzó el año del 75 aniversario del descubrimiento de los manuscritos hallados en Qumran, un valle del desierto de Judea ubicado sobre la costa occidental del Mar Muerto.
Pergamino del Libro de Jeremías al que se le hicieron pruebas de ADN. Foto: Shai Halevi/Autoridad de Antigüedades de Israel
Para celebrarlo, Roitman indicó que el museo tiene la intención de “mostrar algo que no se ha visto hasta ahora”. ¿De qué se trata? El académico no reveló ningún indicio porque el proyecto es aún informal y su forma debe ser definida.
Sin embargo, si se tiene como antecedente a la última exhibición del Santuario del Libro, las expectativas son altas.
“Presenté un rollo específico con los escritos ‘enóquicos’ (de Enoc) junto con el diario de Ilan Ramón, primer astronauta de la historia del Estado de Israel. El punto de contacto fue presentar a Ramón junto a la figura de Enoc, hijo de Jared, que en términos modernos fue el primer astronauta de la tradición judía y que según el ‘judaísmo intertestamentario’ hace las veces de un verdadero navegante espacial que hace viajes cósmicos donde se le revelan realidades ocultas”, contó Roitman.
La sed del conocimiento como herramienta
En Roitman conviven un espíritu inquisitivo e innovador junto a la capacidad de divulgar. Con estas cualidades nada le cuesta comprender el contexto real.
“Hoy vivimos en un mundo de fake news donde las estrellas son ignorantes que se transforman en políticos, celebridades, entrevistadores, etc. Es en una época caótica donde la verdad se ha transformado en un concepto opinable como si ya no existiera ninguna verdad sino que todo se somete a una cuestión de perspectiva”, manifestó el académico.
Ante esto, ¿cuál es la motivación diaria luego de tres décadas al frente de una institución que resguarda uno de los patrimonios más importantes del pueblo judío?
“Yo sigo enseñando a pensar y no solamente para leer los rollos del Mar Muerto sino también para entender las noticias y saber decodificar un texto o el discurso de un político. Eso aporta a la educación de la persona, a formar a un individuo más adulto y profundo en su pensamiento”, detalló Roitman, que añadió que lo estimula compartir lo que aprendió en sus estudios con la gente –“porque les pertenece a ellos”- y devolverle conocimiento a través de clases, libros y proyectos.
Cuánto más estudio, más ignorante soy
Cuando en 2024 Roitman se jubile de su cargo, el balance dejará un superávit indiscutible: modernización del museo, llegada del arte para instruir, guiones y elementos lúdicos para ayudar a comprender, digitalización de los manuscritos, un auditorio de nivel internacional y la potencial llegada de la inteligencia artificial al santuario de la capital de Israel con el fin de siempre saber más.
“Tengo la sensación de que cuánto más estudio, más ignorante soy porque adquiero conciencia de todo aquello que no sé. Eso me hace insaciable, en el buen sentido de la palabra. En ese sentido, yo quiero ayudar a que el público sienta que tiene mucho a su alcance por descubrir. Y que se sepa que los Rollos del Mar Muerto no son míos, son de todos. Es uno tesoro de la gente”, finalizó.
Museo del Libro, Jerusalen-
Fuente: es.Israel21C
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