Naama Levy, una vigía de las FDI que fue secuestrada en Gaza, se convirtió sin quererlo, en uno de los símbolos del 7 de octubre; su madre, la Dra. Ayelet Levy-Shachar, escribe sobre el torbellino de emociones que siente al pensar en su hija, imaginando su tan esperado reencuentro
Han pasado más de 400 días y 400 noches desde que Naama fue secuestrada y llevada a Gaza. Ha pasado demasiado tiempo desde aquel oscuro sábado en el que los terroristas de Hamás arrastraron a Naama, mi hija, y a sus amigas a la parte trasera de un jeep y las llevaron a la Franja de Gaza. La dificultad y la añoranza aumentan cada día que pasa, la preocupación me revuelve el estómago y el miedo por su destino es implacable. A pesar de ello, tengo un objetivo claro: traerla a casa ahora. La realidad no me permite sucumbir a la desesperación, y no me deja otra opción que encontrar la fuerza interior de nuevo cada día.
Los pacientes como fuente de apoyo y fortaleza
Al comienzo de nuestra lucha –las familias de los rehenes– me pregunté cómo podía cuidar de la salud de los demás cuando mi preocupación se centraba en la situación de Naama. Me pregunté si era posible gestionar la angustia de un paciente mientras mi hija estaba realmente angustiada. Descubrí que el encuentro con los pacientes en la clínica me ayuda a afrontar la realidad. La esencia de mi trabajo como médico de familia es estar atento a las dificultades de los pacientes y aliviar su dolor.
Elegí esta profesión para aliviar el sufrimiento de los demás y resolver sus problemas. Durante este período, descubrí que la esencia de mi profesión me ayuda a afrontar mi situación. Ayudar a los demás a aliviar sus problemas actúa como un bálsamo para mi propia angustia personal.
En la medicina de familia se desarrolla una relación significativa que beneficia no solo al paciente sino también al cuidador. Durante este tiempo, los límites que definen de qué lado de la mesa está el paciente y de qué lado está el cuidador se difuminan. Mis pacientes significan mucho para mí. Son una fuente de apoyo y fortaleza. Por eso, a pesar de la constante dificultad, confusión y preocupación, logro encontrar un lugar especial para ellos en mi corazón.
Algunos pacientes entran a mi consultorio con cautela, disculpándose por molestarme con algo como un dolor de garganta. Los tranquilizo, explico que la oportunidad de cuidarlos me ayuda a abordar mis propias dificultades. Entiendo sus preguntas y confusión, pero elegí seguir trabajando como médico, por lo que los pacientes pueden y deben acercarse a mí con cualquier problema, desde el más pequeño hasta el más grande. También entiendo y no guardo rencor a los pacientes que se sintieron incómodos sentados frente a mí y decidieron cambiarse a otro médico de familia.
No siempre es fácil, y hay momentos en los que me cuesta encontrar la fuerza para dar a los demás. Como médico, tengo la capacidad de decidir cómo gestionar las interacciones con los pacientes, y mi amplia experiencia a lo largo de los años me permite reconocer esos momentos, establecer límites y derivar a los pacientes a un colega o consultor médico externo si es necesario.
El deseo de fortalecer y ayudar está siempre presente, tanto por parte de los colegas y compañeros como de los pacientes de la clínica de Even Yehuda. El apoyo se expresa de muchas maneras, desde la preparación de comidas y el ofrecimiento de golosinas hasta iniciativas a gran escala, como protestas y marchas para la liberación de Naama y los demás rehenes.
Hablándole mentalmente a Naama
Imagino constantemente los momentos del regreso de Naama y la vida con ella después de este período difícil. Las visiones parecen tan realistas. Cuando camino con la hermana menor de Naama, no puedo evitar pensar en cómo será el encuentro entre ellas. En cada paso y en cada esquina, me imagino a las dos juntas después de que ella regrese de ese lugar maldito. Hasta entonces, le hablo mentalmente a Naama, fortaleciéndola y recordándole que es una verdadera sobreviviente y que, a pesar de las dificultades y el sufrimiento, sus pensamientos deben centrarse en los buenos días que vendrán cuando salga de allí.
En los últimos días, nosotras, mujeres y madres, incluidas madres y familiares de rehenes, hemos iniciado una serie de acciones no violentas y una protesta silenciosa destinada a influir en los responsables de la toma de decisiones para que lleguen a un acuerdo y liberen a nuestros hijos. No se trata de una protesta política ni de un llamamiento a la negativa o a la desobediencia. Hacemos un llamamiento al público en general a que se una a nosotros y luche hasta que todos regresen a casa ahora. No tenemos otra opción.
Fuente: Ynet- Traducido por UnidosxIsrael
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