Purim celebra la unidad al mismo tiempo que acepta la diversidad

En el matrimonio y a nivel nacional, la unidad no reemplaza la individualidad.

Purim se celebra en dos días diferentes. En la mayor parte del mundo, se celebra el 14 de adar. Pero en Jerusalem y en otras ciudades que en la antigüedad estaban amuralladas, la festividad se celebra al día siguiente, el 15 de adar.

Esta diferencia siempre me molestó. ¿No hubiera sido más lindo si todos disfrutaran Purim al mismo tiempo?

Esta bifurcación es todavía más curiosa si consideramos que algunas de las mitzvot de Purim tienen el objetivo de unir a la comunidad. Una de las razones por las que se dan mishloaj manot (regalos de alimentos) y matanot laevionim (caridad para los pobres), es para ayudar a que la comunidad se una y asuma responsabilidad mutua por las comidas festivas de otras personas.

El gran maestro jasídico, el Jidushei HaRim, explica que Purim es el modelo de la belleza y la complejidad de la verdadera unidad. Hamán notó que los judíos eran un pueblo dividido. Ellos estaban enfocados en sus diferencias, disensos y desacuerdos. Hamán tomó ventaja de esa corriente subterránea de animosidad. Él entendió que una casa dividida no puede mantenerse en pie, y presentó ante Ajashverosh su caso pidiendo que el pueblo fuera eliminado.

Mordejai y Ester comprendieron que Hamán los atacaba en su «talón de Aquiles». Ellos abordaron el problema generalizado de la falta de unión nacional. Reunieron a los judíos y les enseñaron a enfocarse en sus puntos en común, en lo compartido y en la cohesión. La nación que rezó unida permaneció unida, y el decreto de Hamán fue anulado.

Ester y Mordejai entendieron que la verdadera unidad no implica que todas las personas deban ser iguales.

Pero Ester y Mordejai entendieron que la verdadera unidad no implica que todas las personas deban ser iguales, ni que todos tengan que observar costumbres idénticas. Implica que las personas se enfoquen en sus objetivos comunes y relaciones compartidas, y que brillen como individuos. Una nación consta de muchas personas diferentes que se aceptan mutuamente como partes complementarias de una hermosa sinfonía. La nación judía tiene una misión común de esforzarse por vivir con los valores judíos. Cada persona, a través de sus singulares fortalezas de caracter y personalidad, contribuye a esa misión compartida.

Bajo la tutela de Mordejai y Ester, el pueblo judío aprendió que su unión no debe eclipsar la singularidad personal. Estaban unidos y a la vez expresaban sus propias personalidades.

Al establecer la festividad de Purim en dos días diferentes, Ester, Mordejai y los Sabios judíos perpetuaron el mensaje de que la unidad de la nación no reemplaza la individualidad.

El hecho de celebrar Purim en diferentes días nos recuerda que somos parte de una nación, pero que se nos alienta a no ser exactamente iguales a los demás. Las personas pueden compartir los mismos ideales e ideas sin tener que ser iguales.

Esta idea es relevante para las relaciones personales. Los miembros de una pareja no deben ser una copia del otro. No necesitan tener las mismas personalidades ni compartir las mismas opiniones sobre todo. Una pareja puede tener una relación cercana, satisfactoria y feliz celebrando las personalidades, rasgos e ideas singulares de cada miembro de la pareja. El matrimonio implica una pareja que aprecia sus diferencias en un contexto de objetivos comunes, propósitos compartidos y una relación respetuosa.

Parte de la individualidad del matrimonio es que cada miembro de la pareja ve las cosas de forma diferente y tiene su propia perspectiva y entendimiento de las situaciones y decisiones. Un matrimonio exitoso y satisfactorio requiere que los esposos se den mutuamente el espacio para tener sus propios pensamientos e ideas, incluso cuando no están de acuerdo.

La empatía es la base de una relación verdadera. Entender la perspectiva del otro, incluso si no estamos de acuerdo, crea cohesión, da validación y fortalece el amor mutuo de la pareja.

Fuente: AishLatino

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