Sus dramáticas y desgarradoras palabras: «Tengo amigos en Palestina», deberían ser una llamada de atención: Hamás, al igual que la mayoría de los palestinos, nunca reconocerá a Israel.
«Tengo amigos en Palestina». Estas palabras, pronunciadas por Naama Levy, soldado israelí y activista por la paz, que fueron pronunciadas a sus captores de Hamas mientras tenía el rostro cubierto de sangre, subrayaron la trágica ironía de su secuestro. Levy, que dedicó su joven vida a promover la paz y el entendimiento entre israelíes y palestinos, fue brutalmente secuestrada durante el ataque de Hamás a Israel el 7 de octubre de 2023.
A sus 19 años, Levy debería haber encarnado la esperanza de un futuro en el que israelíes y palestinos pudieran coexistir pacíficamente. Pero esto no se hizo realidad; de lo contrario. Criada en Ra’anana, cerca de Tel Aviv, se involucró profundamente con Hands of Peace, una organización comprometida con fomentar el diálogo y el entendimiento mutuo entre los jóvenes de ambos lados del conflicto. A través de este programa, participó en talleres, diálogos y actividades destinadas a derribar barreras y construir puentes entre comunidades divididas durante mucho tiempo por el odio y la violencia.
A través de este programa, participó en talleres, diálogos y actividades destinadas a derribar barreras y construir puentes entre comunidades divididas durante mucho tiempo por el odio y la violencia.
Lo absurdo de la situación de Levy es desgarrador. He aquí una joven que, a pesar del conflicto profundamente arraigado, decidió tender una mano de amistad y comprensión a sus pares palestinos. Su dedicación a la paz y la justicia no fue sólo teórica; fue profundamente personal y activo. Luchó por los derechos de los palestinos, creyendo en una humanidad compartida y un futuro mejor para todos.
Sin embargo, ese fatídico día de octubre, esa misma dedicación fue recibida con una violencia inimaginable. Levy fue secuestrado en la base militar del kibutz Nahal Oz. Las imágenes de su secuestro la mostraron angustiada, herida y secuestrada por la fuerza por terroristas de Hamás. En un cruel giro del destino, las mismas personas por las que luchó por comprender y apoyar se convirtieron en sus captores, no por sus acciones o creencias, sino simplemente porque era judía.
Esta marcada contradicción no sólo es trágica; es una denuncia del odio ciego que alimenta esos conflictos. El secuestro de Levy es un sombrío recordatorio de que en este brutal ciclo de violencia, ni siquiera los más fervientes defensores de la paz se salvan. Además, su historia destaca lo absurdo y la inutilidad de un conflicto que también castiga a quienes buscan salvar la brecha.
Persiguiendo implacablemente su liberación
La familia de Levy ha sido incansable en sus esfuerzos por lograr su liberación, pidiendo apoyo a organizaciones internacionales y líderes mundiales.
Por ejemplo, su padre, Yoni Levy, ha criticado especialmente el silencio de organizaciones como la Cruz Roja y la ONU, que aún no han intervenido en su favor. En cuanto a su madre, Ayelet Levy Shachar, en el Día Internacional de la Mujer de 2024, habló en una gala en Tel Aviv, recordando al mundo la difícil situación de su hija y condenando la falta de reconocimiento por parte de los grupos de mujeres respecto de la violencia sexual infligida durante los ataques.
A pesar de su terrible experiencia, el compromiso de Levy con la paz siguió inspirando. Su historia se ha compartido en varios foros, incluida una reunión con el Grupo Parlamentario de Todos los Partidos del Reino Unido, donde su hermano, Amit Levy, destacó su dedicación a fomentar el entendimiento y el diálogo.
Su viaje desde la promoción de la paz hasta convertirse en un símbolo de la lucha por la justicia subraya la perdurable capacidad de resiliencia del espíritu humano y la búsqueda incesante de la paz en medio del conflicto. Si tan solo aquellos que piden “justicia para Palestina” reconocieran que la verdadera justicia debería hacerse a través de Levy y sus pares.
Sus dramáticas y desgarradoras palabras: “Tengo amigos en Palestina”, deberían ser una llamada de atención: Hamás, al igual que la mayoría de los palestinos, nunca reconocerá a Israel. Quieren destruirnos, pero las jóvenes israelíes como Naama Levy son el testimonio del hecho de que somos fuertes, decididas y que nunca, jamás, nos rendiremos.
Fuente: JPost- Traducido por UnidosxIsrael
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